Pienso, decido, elijo, voto

Tal vez sean muchos los que así piensen y favorezcan con su abstención el mayor grosor de la victoria de un partido y de un “líder” que no ha hecho absolutamente nada para ganar y mucho menos para arrasar. Pero así es la política de injusta, en muchos casos.

Pero si no hacemos el pequeño esfuerzo de votar, de unir nuestra voz a la de otros que piensan como nosotros, por mucho que creamos que es inútil, porque los otros son muchos más y nos van a ganar, entonces resignémonos por completo y ese día dediquémonos a contemplar como caen las hojas y como pasan las bandadas de pájaros, y demás fauna, a depositar su masiva complacencia en la sacrosanta urna. Para qué molestarnos, todo está decidido.

La prensa vendida como sanguijuelas al mejor postor de turno; los comisionistas (¿ladrones, estafadores?) lanzando misivas morales en las tribunas públicas, hablando de hermanos ajenos sin recordar los propios; los indignados ocupando plazas y desvaneciendo sus grandes propósitos en discusiones bizantinas y estériles; los melindrosos metidos en su caparazón y resignados ante la derrota; los soberbios elevados a categoría de salvadores de la patria; los ineptos laureados como eficaces gestores, y los genios del disimulo y la mentira ocupando horas irascibles de radio y televisión.

El día 20 nos jugamos mucho: unos juegan a derrotar, a avasallar a humillar y todo les parece poco; otros se juegan sacar tajada del animal caído, al que negaron el agua y la sal de la izquierda, en vil alianza con las aves carroñeras de mar y playa. Otros juegan a quedarse fuera, a erigirse en la columna estúpida de la supuesta dignidad del que no comulga, del que se cree por encima de los miserables borregos que abundamos en la escena.

Tal vez, seguramente, los habrá que vayan a votar por un proyecto fiable, por unas ideas serias, que compaginen las soluciones con la justicia social, con el respeto a los otros, con la dignidad de las personas, con el avance en derechos, con la supremacía de la inteligencia sobre la fuerza y el dinero, con la dignidad de los profesionales de la educación, de la sanidad y del trabajo en general…
Tal vez, algunos votarán en positivo pensando salir con dignidad de la ignominia que nos ha provocado el desorden, la cobardía y el ansia de todos. A esos me dirijo y les aseguro, que en verdad, el día 20 estaré con ellos.