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Felipe Medina

El senado (y II)

El senado (y II)

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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¿Para que sirve el Senado?, simple y llanamente, para nada. Es una institución caduca, inoperante e inservible que, solo ocasiona miles y miles de euros en unos gastos que, bien podrían invertirse en dar pasos para salir del atolladero económico, paliar el paro y garantizar prestaciones sociales.
Pero, el ajuste de cinturón de los políticos, no comienza por ellos mismos, primero oprimen al pueblo, lo exprimen y luego, si es necesario, lo condenan a la mismísima miseria, mientras ellos, garantizan su porvenir a costa del sufrimiento y agotamiento de los trabajadores y las masas sociales más frágiles. Esto es, sinónimo de opresión, tiranía y dictadura pura y dura.

El Senado que, como queda palmario, no sirve para nada, sin embargo, es útil para los partidos mayoritarios que, suelen utilizarlo para colocar en una dorada jubilación política a personas a las que hay que agradecer servicios prestados pero que empiezan a sobrar en puestos de mayor responsabilidad, o con las que hay que contar pero ya no caben en la lista del Congreso.

El Senado, tuvo alguna utilidad durante el siglo XIX. Era una cámara de notables nombrados por el Rey y que servía de contrapeso conservador a un Congreso elegido por sufragio. Pero, hoy por hoy, es totalmente prescindible. Es más, el beneficio económico que representaría quitar el Senado, como queda dicho, representaría un enorme alivio económico y por consiguiente, un relevante beneficio social.

La cuestión es que la Constitución de 1978 recupera la institución pero no le otorga apenas funciones específicas. El Congreso sí las tiene; la más importante, elegir o deponer al Presidente del Gobierno. Es un organismo que está condenado a ser una cámara de segunda lectura. ¿Hace falta una segunda cámara para eso? Pero en realidad, no hace la segunda sino la cuarta o quinta lectura.

Antes de acudir a votar el día 20, deberíamos saber que estamos manteniendo a 260 senadores que están viviendo a nuestra costa, y que, según grandes teóricos del derecho internacional y constitucional esta cámara es totalmente innecesaria.

De hecho, Noruega, Suecia o Dinamarca, no poseen Senado, mientras que Alemania tiene 100 senadores y EE.UU uno por estado.

Con esta medida ahorraríamos la estrepitosa cantidad de 3.500 millones de euros al año, y se ahorrarían las astronómicas pensiones vitalicias a estos “padres de la Patria”.

Es imposible mantener el actual sistema que, solo beneficia a la clase política: Casa Real, Congreso, Senado, Consejo de Estado, Autonomías, Diputaciones, Ayuntamientos… No es de extrañar que las arcas del Estado, estén vacías. Lo más grave es que ellos, no sufren ningún tipo de crisis y tampoco endosan la alarmante y escandalosa lista del paro. Ellos, “padres de la Patria”, deberían ser los primeros en aplicarse la tijera y administrar con sensatez las arcas del Estado a través de una forma de gobierno austera que, permita generar trabajo, garantizar pensiones y prestaciones sociales y evitar la miseria a la que estamos abocados.

Ellos, la casta política, deben, de una vez por todas, ejemplarizar su condición de elegidos por el pueblo y poner en marcha urgentemente medidas tan coherentes como quitar de una vez por todas el Senado, para así, con el dinero que se quema en ese organismo inservible, hacer las cosas un poco más fáciles para el pueblo.

Amigo lector, recuerda bien estas premisas cuando acudas el día 20 a las urnas y considera que, un excelente inicio para comenzar a vislumbrar claridad, sería que desapareciese el Senado. Esta en nuestras manos.
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