Castilla-La Mancha cuenta con más de 90 embalses con una capacidad de almacenamiento superior a 6.700 hm3. De entre todos esos grandes depósitos artificiales de agua, destaca lo que se conoce como 'Mar de Castilla'.
Entre las provincias de Guadalajara y Cuenca se encuentran los embalses de Almoguera, Molarque, Entrepeñas, Estremera, Zorita y el de Buendía. Todos ellos, forman parte del 'Mar de Castilla', cuya capacidad total es de 2.515 hm3. En este enclave, destacan los dos grandes lagos de Entrepeñas y Buendía que, además de cumplir funciones de riego, pesca, generación de electricidad y turismo, sirven de abastecimiento al trasvase Tajo-Segura.
El trasvase Tajo-Segura deriva agua del río Tajo desde los embalses de Entrepeñas y Buendía al río Segura, por medio de la presa del embalse de El Talave, siendo una de las obras hidráulicas de ingeniería más grandes realizadas en España. Ambos ríos conectan gracias al acueducto
Tajo-Segura, que une el embalse de Bolarque – río Tajo – con el embalse de Talave – río Segura– , teniendo una longitud de 292 km y una capacidad para un caudal de 33 m3/s.
EL TRASVASE TAJO-SEGURA
Aunque el primer trasvase se intentó llevar a cabo a comienzos del siglo XX, no sería hasta el año 1979 cuando se produciría la primera llegada de agua a la Cuenca del Segura procedente del río Tajo. Desde entonces, han pasado 38 años y sólo se han realizado una serie de modificaciones legislativas en el año 2013 (Ley 21/2013) que de respetarlas, el río más largo de la Península Ibérica – río Tajo- no estaría en el estado en el que se encuentra.
Las modificaciones del año 2013 establecían que, en función de los niveles que presentaran los embalses de Entrepeñas y Buendía a comienzos de cada mes, los trasvases a realizar podrían ser de mayor o menor cantidad en función del nivel en el que se encuentren los embalses. Estas categorías, se dividen en Nivel 1, Nivel 2, Nivel 3 y Nivel 4. En el primer nivel, se establece que siempre y cuando las existencias conjuntas de Entrepeñas y Buendía sean iguales o mayores que 1.300 hm3, podrá realizarse un trasvase mensual de 60 hm3; en el segundo nivel, si los embalses no superan los 1.300 hm3, se puede autorizar un trasvase mensual de 38 hm3. En el tercer nivel, también llamado como ‘situación hidrológica excepcional’, establece que si los embalses no superan unos valores mínimos, se podría autorizar, discrecionalmente, un trasvase de hasta 20 hm3 mensual. Finalmente, llegado el nivel 4, si los niveles de los lagos del ‘Mar de Castilla’ no superaran los 400 hm3 – antes, el valor era de 240 hm3-, no podría aprobarse ningún tipo de trasvase; siempre y cuando no sea una situación catastrófica o de extrema necesidad.
Hasta el día de hoy, todos los datos indican que el Tajo se muere. Según los datos de la CHT – Confederación Hidrográfica del Tajo –, los embalses de Entrepeñas y Buendía están bajo mínimos y entre ambos no suman ni el 12% de su capacidad. Apenas llegan a los 300 hm3 y, sin embargo, los trasvases no han cesado en ningún momento –excepto los meses de julio y agosto –, devorando poco a poco las reservas de los pantanos de cabecera. Y no sólo eso.
IMPACTO Y COSTE DEL TRASVASE
Realizar un trasvase siempre trae una serie de consecuencias, más aún cuando se realizan periódicamente, 'sin prisa, pero sin pausa'. Dado que realizar un análisis minucioso del impacto del trasvase es una ardua tarea, los principales efectos económicos, sociales y ambientales son los siguientes:
- Los únicos y principales beneficiarios de estos trasvases son las comunidades de regantes a los que abastece dicho trasvase. Estas comunidades, se agrupan en una organización conocida como S.C.R.A.T.S. – Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura–, desde donde aseguran que con el trasvase se benefician 2,5 millones de habitantes y crean casi 250.000 puestos de trabajo. Realmente los beneficiados son los propios regantes.
- Se dice que Castilla-La Mancha - cuyo gobierno ha denunciado la legitimidad de los últimos trasvases - , recibe una compensación económica más que suficiente por los trasvases. Sin embargo, la región pierde poder adquisitivo, principalmente por la pérdida de un recurso productivo, por lo que se pierde rentas y empleos asociados, no sólo en las actividades económicas donde el agua es el principal actor, como la agricultura o el turismo, sino que afecta indirectamente al resto de los sectores. Esto es, que la pérdida generalizada de actividad económica repercute, de manera negativa, en la prestación de servicios públicos, puesto que la Administración no contará con los mismos ingresos fiscales. Y no queda ahí.
A largo plazo, hemos visto cómo la reducción de los recursos hídricos del Tajo ha afectado, de forma agresiva, al atractivo turístico de los municipios ribereños, cuyo motor principal eran los grandes lagos de Entrepeñas y Buendía.
- Ahora bien, las consecuencias económicas en el Levante español son bien distintas. Al recibir los recursos hídricos necesarios y las rentas asociadas a ellos, su potencial económico crece, iniciándose un bucle creciente de actividad económica, empleo y renta. Es decir, mientras Castilla-La Mancha minimiza su desarrollo, las zonas beneficiadas por el trasvase Tajo-Segura - Valencia, Murcia y Andalucía - aumentan su producción y sus ingresos.
- El conflicto interterritorial entre los habitantes de la cuenca cedente y receptora es más que evidente. Mientras que los manchegos luchan por retener cada mililitro de agua, por el futuro de su tierra, en la zona del Levante español el efecto es el contrario. Se asegura que el trasvase es totalmente necesario para desarrollar su producción y su economía, pero no miran los efectos negativos que causan a Castilla-La Mancha, que de contar con el agua ya trasvasada, habría podido realizar todas las actividades agrícolas para potenciar su economía.
En este sentido, un reciente informe realizado por Greenpeace, asegura que con los acuíferos – aguas subterráneas- del Segura, el Levante español podría mantener y desarrollar todas sus actividades de regadío sin necesidad de realizar ningún trasvase procedente de la cabecera del Tajo.
Además, ‘gracias’ a la sequía, a la falta de infraestructuras y a los trasvases, muchos pueblos ribereños han necesitado este verano – al igual que en épocas estivales pasadas – camiones cisterna para abastecerse.
- Y por último, el impacto ambiental, el más inmediato. Cuando se interfiere, de manera significativa, en el volumen de agua de un río o un lago se producen cambios en los ecosistemas de los que forma parte. Si se modifican las condiciones del agua, tanto en la cuenca cedente o receptora, se crea un ecosistema totalmente nuevo al que los seres vivos deben adaptarse. Y no todos lo consiguen.
Mientras que en la cuenca cedente la calidad del agua empeora, en la cuenca receptora podrían introducirse especies animales o vegetales nuevas que pueden acabar alterando la fauna y la flora autóctona.
En definitiva, la realización de más trasvases no se prevé como la mejor solución para la zona del Levante. El problema es que se lleva agua de una zona seca a otra geográficamente semiárida, pero la realidad es que tanto Valencia, como Murcia y Andalucía, podrían adaptar sus actividades agrícolas a su situación. Es decir, sin destruir otras cuencas, como la del río Tajo, pueden reconvertir su actividad económica con los recursos de los que disponen, como la desalación de aguas en los lugares costeros. Los trasvases intercuencas no se deberían realizar para el regadío porque así se consigue matar la cuenca receptora.
En los próximos días, les iremos ofreciendo una amplia colección de imágenes.