Es fácilmente comprensible el malestar de los vecinos de Gamonal por la posible implantación, a pocos kilómetros el núcleo urbano, de dos grandes explotaciones de porcino.
El problema de los olores y la concentración de purines, son los principales problemas que se plantean, y no sin razón, para el bienestar de los vecinos y para la calidad del medioambiente colindante, por lo que está más que justificada la movilización vecinal.
Existe una exhaustiva normativa al respecto, con especificación en el ganado porcino por las peculiaridades que tiene. Esta normativa no solo habla de las características que han de tener las instalaciones, el tratamiento de los residuos, el bienestar animal etc. sino que además establece unas distancias mínimas respecto de otras explotaciones y de los núcleos urbanos.
En este sentido, tanto la administración regional como la local y la nacional, tienen competencias y están debidamente desarrolladas en leyes, reglamentos y ordenanzas que son de obligado cumplimiento. Tanto es así, que si las explotaciones en discordia cumplen con el ordenamiento legal, sería imposible impedirles legalmente que se instalen sin incurrir en prevaricación.
Es pues una cuestión complicada, pues la administración ha de ceñirse al marco legal, tanto como las explotaciones que se pretenden instalar. Y es bueno y deseable que así sea. Sin embargo puede ocurrir que la normativa no contemple especificidades o aspectos concretos nuevos que obliguen a plantearse cambios en la normativa aplicable. Y este puede ser el caso.
Tal vez las distancias mínimas establecidas resulten escasas cuando son respecto de los núcleos de población, pero lo cierto es que son las que son y mientras no se cambien, son de obligado cumplimiento. Nos guste o no. Es potestad de los órganos legislativos cambiarlos en orden al procedimiento establecido.
Por lo tanto no cabe improvisar cambios de última hora y menos de forma sobrevenida, es decir, que si el proceso está en marcha, la legislación aplicable es la que está en vigor y no la futurible. Y aquí vienen mis recelos, pues dudo mucho que nadie que pretenda instalar una explotación porcina, sabiendo el rechazo que provoca en la población, no hayan empollado la legislación, el lugar de su ubicación y lo que es más que probable, la disposición de las distintas administraciones afectadas. Es decir, dudo mucho que los promotores de la explotación porcina no se hayan puesto previamente en contacto con el ayuntamiento para ver la viabilidad de su proyecto. Casi me atrevería a afirmar que lo han hecho.
Y si es así, como impone la lógica, no es de recibo que ahora se lleven las manos a la cabeza como si no se hubiesen enterado de nada. Ver al alcalde pedáneo encabezando concentraciones no provoca más que sonrojo, pues a buen seguro sabía de la iniciativa y hasta que no se ha revolucionado el pueblo, no ha hecho nada. ¿Estaremos ante un nuevo trapicheo al estilo de la gasolinera? Veremos.