La era del ‘sin...’

Le miré con cariño y le hice un guiño como queriéndole decir ‘no te preocupes, que eso contigo ya no va’. ‘Si tu lo dices…’ Transcurrido un rato, y como mi conciencia no me dejaba tranquilo, no tuve otro remedio que intentar saciar su curiosidad, así que le dije: Mira padre, (nada del rollo ése del proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala…) antes el mundo iba por libre y ahora se ha unido para en conjunto jodernos bien a todos. Y le puse algunos ejemplos: sin pesetas (ahora hay euros), sin humos (los bares sin clientes), sin Liga (ahora es la del Barça y el Madrid), sin trabajo (más de cuatro millones y medio en el paro), sin médicos (recortes sanitarios), sin maestros (recortes en Educación), sin subida salarial (sueldos congelados), sin policías ni bomberos (sin oferta pública de empleo), sin dinero (la banca no da créditos y o está en Suiza o bajo la baldosa), sin medicamentos (las farmacias no cobran), sin toros (en Cataluña), sin carreteras, ni hospitales ni polideportivos (la obra pública, al carajo), sin poder adquisitivo (pensiones sin subida del IPC siquiera), sin… ‘No sigas, hijo, que ya lo hago yo; sin políticos. Eso es lo que deberíamos quitar y esa sí sería una verdadera globalización’. No te digo yo que no, pero es el sistema que hay y los que están obligados a cambiarlo ni quieren ni les interesa para seguir con sus coches oficiales y sus talones de viaje, su teléfono móvil, sus sueldos ampulosos, sus dietas abusivas, su dedocrático contubernio para colocar al amiguete, su despótica burla al pueblo, su amalgama de fortunas patrimoniales, su… desvergüenza. ¡Ay dios, si hasta el cura de Cervera le niega el bautizo a tu bisnieto Pablo, padre, por no sé qué gaitas ‘burrocráticas’! Pero aquéllos (los políticos) y éste (el cura de Cervera) se van a joder bien jodidos conmigo. Ni votaré el 20-N ni moveré un solo hilo para que mi nieto sea católico, apostólico y romano. Sin… vergüenzas. ¡Pero tendréis suerte, malandrines, porque casi nadie me lee!