Con cariño y admiración a mi amigo Alberto Retana, un periodista de casata, cabal y valiente. "Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás, son relaciones públicas". George Orgell.
El poder político y los conceptos de "liderazgo" y "democracia" están totalmente distorsionados en nuestra actual sociedad. Muchos, creen que los grandes culpables del fracaso de la democracia y la decencia son los políticos, pero, creo que los periodistas, al traicionar a los ciudadanos y a la verdad, son complices de la debacle social contemporánea. El periodismo, en estos tiempos de zozobra y decadencia, cuando los valores desaparecen y los rufianes gestionan los estados y gobiernan el mundo, ha contraído culpas terribles y deudas impagables con la humanidad y la Historia al sostener a los corruptos en el poder, al masacrar la verdad y al propagar entre los ciudadanos la confusión y el engaño, dejando al pueblo y al sistema sin defensas frente a los depredadores con poder. La mayor defensa de la democracia es la verdad, pero muchos periodistas, encargados de defenderla, propagarla y dando la espalda a su sagrado sacerdocio profesional, han fallado y traicionado al sistema, colocándose al lado de la mentira, la injusticia y los tiranos.
Son la guardia pretoriana del poder establecido, incluso, tienen mucho más peso que los propios jueces y policías. Una legión de periodistas son los grandes cómplices de la actual debacle, ruina y decadencia. Son tan miserables que consideran democracia a lo que en realidad es dictadura pura y dura de partidos, sin controles y con un poder desmesurado que los convierte en totalitarios y tiranos.Hay bastantes periodistas perversos y adheridos al poder que defienden falsedades y propagan mentiras, pero hay muchos más que son simplemente imbéciles e ignorantes que olvidan que la democracia es transparencia y verdad, además del gobierno de las mayorías. Desde esa ignorancia temeraria sostienen esa herejía antidemocratica que consiste en imponer al pueblo los criterios de la élite. "No hay que preguntar al pueblo", sostienen esos energúmenos que hace mucho que dejaron de ser periodistas para operar como policías del pensamiento al servicio del poder. En España, los gobiernos han impuesto sus criterios a los ciudadanos una y otra vez, contra la voluntad de la mayoría. No se atreven a someter a referéndum pautas como la financiación pública de los partidos, porque sencillamente y en toda lógica, lo perderían; ni tampoco el mantenimiento de el insostenible Estado de las autonomías o la inflación de políticos aforados y otras concesiones y prerrogativas arbitrarias y abusos. Los periodistas ocultan a los ciudadanos fenómenos tan intolerables como ese rechazo ciudadano masivo a los políticos, que invalida y deslegitima la democracia, o el verdadero alcance de la corrupción en el corazón y la cúspide del Estado, que es espeluznante y ha ocasionado la total ruina de la nación.Los periodistas, a pesar de que todavía sobreviven cientos de luchadores honrados y veraces, merecen como colectivo ser considerados como los peores enemigos de la democracia y la decencia, junto con sus íntimos amigos y sustentadores: los políticos.