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El centro de la diana

Creo que hace tiempo que ya no sé de que va esto. Debo reconocer que cada vez escucho menos las noticias, estoy menos al cabo de la actualidad y mucho más de la banda sonora de la vida.

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Creo que hace tiempo que ya no sé de qué va esto. Debo reconocer que cada vez escucho menos las noticias, estoy menos al cabo de la actualidad y mucho más pendiente de la banda sonora de la vida. Estoy empezando a sustituir las noticias por canciones. Y es que recuerdo hace tres o cuatro años un encuentro con un “coach”, experto en la teoría del reloj, que decía y recomendaba este mismo término. Es mejor en tiempos difíciles no prestar oídos a la actualidad publicada, porque siempre se agranda lo negativo y esto deprime a cualquiera que se interese. Mucho mejor conservar la alegría escuchando música aunque no se esté perfectamente informado y actualizado.


Y es que hay algunos días que parece que la actualidad está invernando, deben pasar pocas cosas o poco importantes. Porque lo que no sea gran hermano o sálvame de luxe parece no tener espacio.


Pero lo cierto y verdad es que cosas siguen pasando, siguen pasándonos.


Siguiendo la actualidad encontramos muchas veces fotos vacías de contenido, con un responsable político en el centro de la imagen, acompañado de objetos, incluso de personas, tratando de aparentar una cosa que no es, lo que llaman los paparazzis, posados o posados robados, y se nota, se nota mucho. Informaciones y notas de prensa con cortes de voz, ruedas de prensa sin preguntas, comparecencias públicas sin público, el plasma. Todo esto pone de manifiesto una clara debilidad, una gran falta de respeto.


Si a uno ya se le hace difícil a veces comprender la realidad, esta viene aderezada de barbarie y sin razón, como tantas veces. El fanatismo nada tiene que ver con razón, justicia, ni dioses. Intentar seguir adelante cuando no se comprende el camino que se transita hace imposible alcanzar el destino. Provoca el descredito y la desconfianza en los demás y en uno mismo. Quizás, a fuerza de no conseguir nunca lo que se marca como objetivo hace que no lo tengamos.


Así que, refugiados en la música. Eso sí, sin dejar de mirar de reojo. El centro de la diana es un pequeño punto rojo en el que cabe la punta de un alfiler.

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