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500 oftalmólogos abordan el glaucoma en Toledo

500 oftalmólogos abordan el glaucoma en Toledo
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miércoles 09 de marzo de 2016, 18:43h

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El glaucoma afecta a más de un 3 por ciento de la población y es, junto con la diabetes, la principal causa evitable de ceguera en España. Con el objetivo de conocer las últimas novedades en el abordaje de esta patología, que sin tratamiento conduce a la ceguera, y debatir sobre ella, más de 500 oftalmólogos de toda España se reúnen en Toledo los días 10, 11 y 12 de marzo en el XI Congreso de la Sociedad Española de Glaucoma, coincidiendo con la Semana Mundial del Glaucoma.

Según explica el doctor Carlos Lázaro, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital General Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina, dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, y uno de los responsables de la organización de este evento, el glaucoma aparece cuando la presión intraocular aumenta, ya sea de forma aguda o crónica.

“Este aumento de presión provoca el daño del nervio óptico, lo que supone la pérdida progresiva de la visión periférica. En la mayoría de los casos esta alteración es gradual e indolora por lo que muchos pacientes no la perciben hasta que es permanente e irreversible”, advierte el doctor Lázaro.

Esta enfermedad “afecta principalmente a personas mayores de 40 años y a aquellos con antecedentes familiares de glaucoma”, prosigue, y señala que “también se observa una mayor incidencia de esta enfermedad en aquellos pacientes en tratamiento con corticoides”, así como en los grandes miopes.

Síntomas

En muchas ocasiones, las molestias que provoca el glaucoma son subjetivas y con frecuencia el paciente no nota nada hasta estadios avanzados de la enfermedad. Así, la forma más frecuente de esta enfermedad es el denominado glaucoma primario de ángulo abierto, que aparece cuando la presión intraocular se mantiene elevada durante un tiempo prolongado, lo que afecta el nervio óptico y provocará un lento deterioro de la visión periférica.

En los estados avanzados, la visión queda reducida a la zona central del campo visual, lo que le lleva a tropezar con frecuencia por no ver los escalones, o tiene dificultades al dar la mano cuando saluda.

Otro tipo importante y frecuente es el glaucoma crónico por cierre angular. Este tipo de glaucoma requiere como primera medida la realización de una iridotomía con láser, para facilitar el paso del fluido intraocular o humor acuoso desde la cámara posterior a la anterior.

Por su parte, el glaucoma agudo es mucho menos frecuente. Su aparición se caracteriza por un dolor intenso, iniciado de forma súbita, y por la disminución de la visión, acompañados de dolor de cabeza, náuseas y vómitos.

Detección y tratamiento

“La presión intraocular se puede medir mediante pruebas rápidas e indoloras, mientras que el estado de la retina y del nervio óptico también se pueden evaluar de forma sencilla”, explica el doctor Lázaro, que apunta que “en aquellos casos con antecedentes familiares de glaucoma o en los que dichas exploraciones pongan de manifiesto alguna anomalía, se debe realizar una campimetría computerizada y una medición de la capa de fibras nerviosas de la retina. Es importante el registro de todas estas pruebas para poder compararlas con las tomadas en exploraciones futuras”.

Si bien el glaucoma es una enfermedad crónica y lenta, es progresiva y potencialmente grave al conducir a la ceguera a aquellos pacientes que no son tratados de forma adecuada. De ahí la capital importancia de hacer revisiones periódicas, especialmente a la población con antecedentes familiares de glaucoma.

Así, el mejor tratamiento es el diagnóstico precoz de aquellas situaciones en las que la presión intraocular esté elevada y/o el nervio óptico se esté empezando a dañar. Debido a que la mayoría de casos de ceguera por glaucoma cursan de forma asintomática y que se pueden prevenir, es aconsejable la realización de controles periódicos a los mayores de 40 años, especialmente si existen antecedentes familiares, son grandes miopes o han de tomar corticoides de forma prolongada.

La forma más frecuente de tratar el glaucoma consiste en la aplicación de colirios. Su objetivo es disminuir la presión intraocular. Si el tratamiento se realiza de forma correcta, en la mayoría de los casos se consigue frenar la evolución. Si la presión no se controla con el tratamiento médico, la siguiente opción es la utilización del láser. Con este procedimiento se pretende facilitar la salida del humor acuoso, con lo que se consigue la reducción de la presión intraocular.

El último paso en el tratamiento del glaucoma es la cirugía. Consiste en ampliar la zona de salida del fluido intraocular mediante la creación de un área de filtración o mediante el implante de una válvula de drenaje artificial. La cirugía se puede realizar con anestesia local y no requiere ingreso. En aquellos casos en que se asocie el glaucoma con la presencia de cataratas, la intervención puede realizarse de forma simultánea.

Por último, el doctor Lázaro recuerda que “no es posible determinar si el glaucoma está controlado en función de cómo se siente o cómo ve el paciente, ya que no existe ningún tipo de molestia subjetiva que de información al respecto. La visita periódica al oftalmólogo es la única forma de determinar si el glaucoma está correctamente controlado. De todas formas, una vez el glaucoma ha sido detectado y tratado, y la presión del globo ocular vuelve a niveles normales, el deterioro del nervio óptico es poco frecuente”.

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