Aventura 2016

Deberá acuñar el modelo de convivencia con los partidarios soberanistas y dar respuesta a los históricos resultados de dichas fuerzas secesionistas como ERC y al creciente apoyo a la reestructuración constitucional de fuerzas progresistas de cambio. Asentará por tanto, las bases de dicha reforma constitucional –en caso de darse finalmente ésta–. Enmarcará a España dentro del contexto institucional europeo bajo una posición estable y bien definida. Así como como todo ello supondrá, al margen de una nueva formación de gobierno aún por conocer, consecuencias finales tan importantes como la cohesión territorial y la unidad del país tras las decimosegundas elecciones de la historia democrática española. Además de la relevante normalidad política de nuestro país. Elementos necesarios para el desarrollo político e institucional de los programas electorales durante los próximos años.
En este sentido, el panorama con el que España arrancaba Diciembre no era el óptimo. La cita reciente electoral así lo confirmó. La dificultad para el acuerdo y la falta de transparencia alargan la sombra de unas posibles nuevas elecciones generales que lo reafirman. Y el amplio abanico de fuerzas políticas, sumado al cuestionamiento del sistema electoral, la representatividad de nuestra democracia ante el cambio de preferencias electorales, dejan entrever que la entrada de año supondrá un verdadero reto para el país y su clase política. Más diversa e inexperta que nunca tras la crisis bipartidista. Hecho que provoca una ruptura de paradigmas al dejar de entender estabilidad política como mayorías absolutas y donde es necesario redefinir ese concepto sumando a la ecuación la pluralidad, la futuramente reclamada equidad de los votos y la voluntad de los ciudadanos en tiempos de cambio. Y es que ante la presente segregación del mapa político, la diversidad y regeneración institucional demandada por los votantes, y el debate entre independentistas y autodeterministas frente a unionistas, no cabe lugar a dudas de que España afronta un 2016 marcado por la aventura del inicio de una nueva y diferente investidura. Donde a priori, parece complicado dar respuesta a la disconformidad de los votantes por el cambio, en un símbolo inequívoco de renovación política.