Vado permanente
El amanecer de los Reyes Magos
miércoles 13 de enero de 2016, 12:15h
Cuando Mario Benedetti me explicó que a los hombres nos confiscarán la palabra. Cuando el eco sin palabras. Cuando los hombres éramos un proyecto de inmortalidad, solo un proyecto.
Cuando el cielo que nos tienen prometido es la conjura de los sueños... Cuando todo eso, la vida gestionaba su holocausto al otro lado del actual mundo y todos al parecer éramos felices. Da rabia contarlo ahora, mil años después de que naciera Mío Cid Campeador y los conquistadores de cualquier lugar alzaron castillos sobre las montañas.
El amanecer de Papá Noel fue inventado hace poco más de un siglo y su imagen actual se debe a la Coca-Cola. Por su parte, aunque solo el evangelista Mateo hable de ello, el amanecer de los Reyes Magos tiene cerca de 2.000 años; no se dice allí que fueran reyes sino magusàioi, o sea, adivinos, astrólogos o algo parecido. No siempre fueron tres los Reyes Magos y Baltasar no fue negro hasta bien entrado el siglo XVI.
Al parecer, tardaron trece años en regresar a sus reinos porque la estrella milagrera y milagrosa desapareció cuando los magusàioi acabaron de adorar y dejar sus obsequios al Niño Dios. Unos años después, como presagio del fin de sus vidas, la estrella de los milagros regresó alicaída y los tres murieron el mismo día, fueron enterrados juntos y, según se cuenta, mientras la milagrera brille sobre el cielo su amanecer de su fantasma recorrerá el mundo una vez al año trayendo el regalo de la esperanza y el obsequio de las ganas de vivir.
Quien esto escribe cree firmemente en los Reyes Magos y así les digo hoy a aquellos tres magusàioi, reyes o lo que fueran: “Porque la magia nunca se detiene, os escribo para haceros saber que la estrella milagrera viene por mandato del Dios de la tempestades y de las calmas. Pero que, gracias a vosotros, el mundo sigue como es el mundo: un lugar apasionante para vivir mientras se sobrevive”.