miércoles 13 de enero de 2016, 12:13h
Vivimos un momento histórico. Comienza la transición hacia un nuevo ciclo político. Las preferencias electorales han puesto en jaque al bipartidismo acostumbrado, mientras algunas fuerzas políticas radicales apuestan ya por la ruptura democrática y se cuestiona la llamada estabilidad política entendida anteriormente por mayorías absolutas.
Ahora la lucha por la presidencia del país confluye alrededor de un eje entorno al que giran la pluralidad política, el apoyo parlamentario futuro y la complejidad de las alianzas en un abanico político del que también forman parte fuerzas políticas nacionalistas y partidarios progresistas de la reforma constitucional. En esta nueva investidura a abordar, comenzamos por tanto a evaluar la representación democrática del cambio, en tiempos de diversidad política.
A la actual segregación del mapa político nacional y la regeneración demandada en nuestras instituciones, encontramos también un revuelo secesionista –el cual carece hoy de liderazgo para su investidura– que intenta tomar ventaja en plena incertidumbre política en España. Y es que el debate entre Independentistas y autodeterministas frente a unionistas, así como las políticas futuras en relación a la cohesión territorial y la unidad de España, son algunas de las grandes cuestiones pendientes en la configuración del nuevo Gobierno Central. Un ente que del mismo modo necesita apoyo parlamentario para no gobernar en minoría y ejercer político un plan definido sin obstáculos mayores que la deseada constructiva colaboración de la oposición –pues ese es el fin último en la democracia más allá de suponer una opción cada cuatro años–.
Quedamos por tanto, a la espera de los resultados de las diferentes negociaciones donde PP y PSOE han de tomar la iniciativa. Aunque también el resto de fuerzas políticas como Podemos y Ciudadanos deben aportar al bien común en este país definiendo unas líneas rojas beneficiosas para el contexto nacional actual. Siempre en la búsqueda de un modelo político viable que garantice la convivencia y el desarrollo socialdemócrata del Estado Español por los próximos años. Dando respuesta al reclamo de los votantes por el cambio, descifrando el mensaje codificado recibido el pasado 20-D, así como tiñendo de un pigmento diferente al llamado sistema político de turno. Y para ello, los románticos movimientos de ficha de políticos motivados por devoción nacional y no por interés individual, supondrán los pilares fundamentales para el comienzo de una nueva etapa política en nuestro país. Pues sólo así será representativa la democracia que hoy vive momentos de renovación.