sábado 26 de diciembre de 2015, 19:56h
La superación humana no tiene límites y aquel dicho de ‘prometer hasta meter...’ cada vez se hace más palpable en nuestra sociedad.
En puertas ya de las próximas elecciones del 20 de diciembre los discursos se calientan, las promesas se engordan y la búsqueda de cada nicho poblacional pendiente de convencer se escudriña como haría la comadreja en la espesura del bosque.
Columnistas hay en este periódico para opinar sobre la conveniencia de una tendencia u otra. Cientos de tertulianos hay en las radios y las televisiones para darnos su versión de los hechos, según quién las paga, y –sin embargo– lo que más me gusta de estos comicios es que la indecisión de miles de españoles torpedean los cálculos estadísticos de muchos medios (cocinados según quién los pague).
Precisamente esa indecisión es la demostración de que quien gobierna no lo ha hecho bien (si no, no habría tanto indeciso); quien se postula como solución alternativa no convence (más indecisos todavía) y la gente joven que pide paso no termina de creerse los cuentos de la lechera, en forma de debates (muy sanos, por cierto, aunque algunos los esquiven como el señor Rajoy) o entrevistas muy adornadas en los medios.
El que piense que entre los españoles la incultura y la desinformación sigue siendo la tónica dominante se equivoca.
Este país, desde sus tripas, ha evolucionado y ha aprendido a buscarse la vida a base de golpes, como el del fallecimiento de los dos policías nacionales en Kabul. Otro debe en la cuenta de nuestros gobernantes, que prácticamente querían echarle la culpa al Maestro Armero para minimizar las pérdidas de votos a su costa. Otra vergüenza más.
Menos mal que el cariño y la consideración de muchos amigos se nota cerca cuando este periódico se empeña en premiar a quien se lo merece. A esos empresarios que dejan de dormir y se juegan su ilusión y su patrimonio para crear empleo y riqueza entre sus semejantes. Ese es el mensaje que intentamos transmitir la pasada semana con la II edición de los Premios Empresariales Vicente Hesse que este año otorgamos a Cárnicas Otero. Vaya, pues, mi enhorabuena por el trabajo bien hecho y a todos mil perdones por los errores que hubieran podido darse en la organización. Nos guía la buena voluntad pero todavía no logramos ser perfectos.
Acabo recordando a un buen amigo que nos dejaba este lunes, Carlos Loureiro Pazos, concesionario de Mahou para Talavera, tras sufrir una larga y tortuosa enfermedad. Descanse en paz.