En el Siglo VI A.C. un grupo de pensadores griegos a los que denominamos Presocráticos, nos legaron su afán por entender las leyes que regían el mundo que habitaban.
Les llamaron leyes físicas y con ellas trataron de comprender las medidas de un triángulo o el área de un cuadrado. Con ello nació toda la ciencia Euclidiana, precisamente en honor a aquél pensador, Euclides. También otros dos pensadores llamados Demócrito y Leucipo, nos hablaron de unas partículas minúsculas no perceptibles por el ojo humano que eran las que componían todas las cosas, ellos les llamaron Átomos, se les conoce como los atomistas. Siguiéndoles a ellos disponemos hoy de toda la física de partículas.
Con la llegada de los alquimistas se produjo un gran desarrollo de los estudios sobre la llamada ciencia Química. Es cierto que también nació su estudio en las ciudades-Estado Griegas, aunque su uso era anterior. Pero al final de la edad media se inició un avance portentoso para explicar toda la química primero inoorgánica, al final también la orgánica, las cuales hoy conocemos y aplicamos a la vida ordinaria. Todos los conocimientos anteriores nos han llevado a comprobar que en las ingenierías todos los científicos del planeta hablen y se entiendan con las Matemáticas, La Física, la Química o la Biología. A los proyectos técnicos para construir un barco o un avión nadie recurre a rezar a sus dioses respectivos y aceptan que solo son aspectos materiales susceptibles de ser estudiados y aplicados técnicamente. Ha costado muchas vidas humanas y algunas de grandes pensadores -quizá Miguel Servet sea uno de los más representativos- pero al final se acepta por todos los médicos que para curar a una persona hay que saber mucha anatomía o fisiología y no acudir a la astrología a o a los rezos en una capilla. Ya se acepta en su totalidad que la medicina es enteramente material y sometida a estudios de la naturaleza de la que formamos parte. Hay cosas que sabemos y otras que seguimos investigando. Pero ya nadie defiende que el curarse o no sea algo “Espiritual”. Todo lo anterior nos demuestra que se acepta plenamente en estas disciplinas que se puede –y se debe- comprender la naturaleza y a nosotros mismos como parte inseparable que somos de ella. Ya se estudia todos los aspectos materiales con criterios técnicos, racionales, basados en conocimientos empíricos que se han demostrado una y otra vez. Una vez que alguien desarrolla una mejor técnica, es aceptada sin oposición alguna. De lo anterior deducimos que en gran parte de la actual existencia humana y en su toma mayoritaria de decisiones, ya se acepta plenamente que el mundo del que formamos parte es material. Que debemos estudiar y comprender las leyes de la naturaleza que nos rigen y a las que, irremisiblemente estamos sometidos, con conceptos técnicos, científicos, los cuales son conocimientos manejables en todo lugar y ocasión. Pero en los aspectos sociales, políticos, de organización de los grupos humanos y sus reglas de convivencia, aún se sigue con conceptos mágicos, míticos, creados hace miles de años por brujos y chamanes, y no por conceptos técnicos y racionales –como en las demás actividades humanas- creados por científicos y demostrados día a día.
Para comprender el mundo de la conducta y la convivencia, tal como hacemos con las ingenierías y más claramente con la medicina, también debemos aplicar conceptos técnicos y racionales –demostrables- en los aspectos de la supervivencia y la organización humana. Sabiendo que hablamos –y luego aplicamos- reglas tangibles, medibles y susceptibles de ser analizadas y demostradas, y no en meras creencias o seguimiento de unas ideologías o las otras simplemente porque estas me las creo y aquellas no, o porque así me fueron adoctrinadas y no estoy dispuesto a realizar el más mínimo análisis para comprobar que no se ajustan a la realidad.
Los que quieran comprender el mundo también en los aspectos organizativos y de conducta, que analicen lo que tenemos delante, tal como hacemos con la física, la química o las matemáticas. ¿Cómo? Con el estudio y la aplicación de la Biología, la Sociología, la Antropología y la Psicología individual, y la Psicología social y de los grupos humanos. Estas disciplinas aplicadas a los dos comportamientos, el privado y el público, nos aportan gran cantidad de conocimientos de cómo somos en realidad, como nos ha hecho la naturaleza a lo largo de varios millones de años de evolución. Si nos estudiamos en profundidad averiguamos una gran cantidad de leyes físicas y materiales, susceptibles de ser medidas, por las que nos regimos. Una vez que nos conozcamos podremos prever nuestras respuestas. En igualdad de circunstancias siempre son las mismas.
Si comenzamos a trabajar veremos que ya disponemos de un largo camino recorrido y que ya estamos en disposición de entender cómo funciona un grupo social, igual que entendemos porqué un avión vuela o un enfermo se cura. Dentro de ese grupo social nacemos y nos desarrollamos todos los individuos sin exclusión alguna. Si conocemos el grupo y sabemos de las constantes genéticas humanas, podemos establecer un gran conjunto de leyes de la biología y la Psicología, -les llamamos leyes Psico-Biológicas- que son las que comportan el comportamiento y las reacciones individuales de ese ser humano. Si lo estudiamos con atención podemos establecer una gran cantidad de conocimientos que pasarán a ser objetivos, igual que su anatomía o su fisiología cuando decidimos curar su cuerpo. Si aplicamos los conocimientos anteriores podremos curar su mente.
Podemos –y debemos- entender el mundo que nos rodea en los aspectos sociales igual que lo hemos estudiado y comprendido en las materias técnicas que hemos necesitado. Se puede comprender perfectamente. Debemos ponernos a trabajar.