En los últimos años, la entrada de la recesión económica mundial y la creciente globalización han traído consigo infinidad de fricciones sociales entre mundos hoy muy distantes.
Todo ello, sumado a lo que George Bush definía hace años como una guerra contra el terror, ha tenido horribles consecuencias manifestadas en forma de atentados terroristas, conflictos bélicos, y sibilinos incidentes políticos, religiosos y económicos que configuran hoy una atmósfera de incertidumbre, tristeza y extrañeza a nivel mundial. Así como obligan a replantear las estrategias de seguridad y mediación ante dichos sucesos emergentes desde un enfoque cooperativo e integral a nivel político.
En este sentido, Occidente se ha visto forzado a asumir drásticas medidas de defensa global a fin de evitar más víctimas del terrorismo. Y lo hizo creyendo que contaba con todas las herramientas para el refuerzo de la seguridad antiterrorista de su territorio y el debilitamiento de Al Qaeda y el Estado Islámico en territorio hoy enemigo. Aunque lo que Europa realmente necesitara no fuera romper el monopolio bélico norteamericano, sino asegurar la seguridad de los ciudadanos a través de una estrategia que no repitiera dicha tendencia belicista asumida desde hace ya años atrás. Emprendiendo el diálogo verdadero por la paz y la estabilidad, en paralelo a la desarticulación de los grupos y comandos que tantas víctimas han dejado ya a su paso. Pues no será posible de esta manera revelarse contra las mareas terroristas desde la perspectiva bélica. Pues nunca nadie ha asegurado que en materia de guerra éste supone estímulo suficiente para obligue a entrar en razón ambas parte. Hecho que de forma sencilla deriva a pensar que resulta imprescindible excavar aún más hasta los orígenes del terrorismo y los atentados que hoy sufrimos. Endureciendo los controles e investigaciones policiales, fragilizando las fuentes de las células posicionadas en Europa, creando comités operativos antiterroristas internacionales de forma permanente y asfixiando desde las instituciones los canales financieros que permiten en la actualidad subvencionar tales atrocidades.