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Luis González

¡Qué astuta es la política!

¡Qué astuta es la política!

miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h

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Hay quien, quizás, prefiera decir ¡qué política es la astucia! Tanto monta…, monta tanto. Aunque, realmente mejor sería decir, tal vez, ¡qué astutos son los políticos!, porque en verdad son ellos los que manejan las dos. Y es que, de siempre hemos oído decir que los políticos saben muy bien hablar…
Y, hasta en muchas ocasiones, embaucar a los ciudadanos. Desde sus mítines en campaña electoral ya se desviven por echar el resto, demostrando su palabrería astutamente. Y eso a pesar de que en los tiempos modernos, haya muchos otros medios que nos permiten conocer las ideas políticas, sin necesidad de que nos las expongan de una forma presencial en esos mítines multitudinarios, en que se puede enardecer a la multitud con unos discursos grandilocuentes y tonos muy enfáticos. Pero es que, hasta en esos casos de no presencia real, intentan elevar al máximo la capacidad de la astucia para presentarnos su programa: acuérdense de los modernos vídeos, carteles multicolores, correos, pasquines, boletines….

Los políticos saben que deben manejar la astucia para convencer a los ciudadanos que les den su apoyo. Por eso tienen muy presente que aquel que mejor sepa ondear la bandera de la astucia será, indudablemente, el que se llevará el gato al agua en las urnas. Después siguen manejando la astucia una vez han conseguido su objetivo primordial, cual es obtener el puesto para el que se presentan. Pero es que la siguen manteniendo incluso hasta cuando llegan al final de su carrera política.

Por otro lado, no hay más que ponerse a escuchar cualquier tertulia política y, enseguida, te das cuenta de cómo saben manejar las palabras, dando vueltas y vueltas al mismo asunto, para no aclarar nada de lo que les comprometa. No obstante, quiero señalar que también los ciudadanos sabemos contraponer nuestra defensa con una cierta astucia. Ya hay hoy una gran mayoría de ciudadanos que damos por hecho que muchas de las promesas que nos exponen en campaña electoral, se quedarán en agua de borrajas porque después lo tendrán muy difícil para llevarlo a su pleno cumplimiento. A pesar de que nos lo presenten como muy fácil de conseguir... Y es verdad que cuando les oyes hablar, todo parece muy razonable y factible. Pero es que si oyes a su adversario proponiéndote otro programa muy diferente, llegas a considerarlo también como que efectivamente, tiene toda la razón, igualmente. Y no te quiero decir nada, cuando ya están metidos en harina y se les pregunta…, ¡cómo saben dar la vuelta, astutamente a la tortilla, presentándonos la cara que mejor les interesa!
No quiero decir con esto que la astucia esté reñida con la política, ni siquiera que sean malas compañeras entre sí. El buen político debería saber usar la astucia para conseguir los beneficios de sus superiores para ofrecérselos a sus representados. Nunca al revés. Por desgracia hoy, en política, una de las máximas más importantes es hacer oír al votante aquello que él quiere escuchar. Incluso muchas veces, el político se atreve a hacerlo a pesar de no estar plenamente convencido, creo yo, de lo que dice. Pero tiene muy presente que para convencer a los votantes debe regalarles a sus oídos unas palabras y propuestas que le suenen a música celestial. Esa es una de las mejores armas, hoy día, que se utiliza en política. Y tanto se han familiarizado con la astucia los políticos que, incluso cuando llega el momento de decir adiós a la política, se agarran a ella para no apearse de su buen sueldo. Es fácil encontrarnos con ciertos casos de estos ejemplos y bien patente lo tenemos ahora, en que se han renovado los cargos, casi en todas las Comunidades Autonómicas, entre ellas la nuestra. Es muy fácil encontrarnos con muchos casos en que, cuando un alto cargo de una administración deja su puesto en el gobierno, por las razones que sean: unas veces porque el partido se lo ordena, otras porque las urnas así lo deciden, otras cuando se marchan libremente porque les parece que ha llegado el momento de retirarse…, el resultado es que en muchos de esos casos se “fabrican” un nuevo cargo a su medida para seguir cobrando de la Administración un sueldo más que “jugoso”. Y me parece muy razonable que el que haya dejado un puesto para involucrarse en la política, ahora vuelva a la plaza que antes tenía, pero no crearle ahora un nuevo puesto de trabajo para recolocarle, sin tener que pasar por ningún tipo de oposición.
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