Cáritas Interparroquial de Talavera celebró en la Plaza de San Francisco, por quinto año consecutivo, la campaña 'Por una vivienda digna y adecuada. Nadie sin Hogar', basándose enlos preceptos que recoge la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Carta Social Europea y la Constitución Española. Tras la lectura de un manifiesto que reclamaba este derecho para evitar que siga aumentando el grupo de personas en riesgo de exclusión social, casi medio centenar de participantes realizaron un 'flashmob' simbolizando con la construcción de una casa a partir de envases de leche la precariedad en la que viven muchas personas que no tienen esta herramienta fundamental, que aporte seguridad y un desarrollar integral a sus personas.
La responsable del programa de personas sin hogar de Cáritas, Carmen Martínez, destacó que alrededor de 400 personas acuden al Centro de Alojamiento en Potencia cada año, a la vez que unas 300 familias, con varios menores, utilizan el Servicio de Acogida. En muchos casos estas personas no viven en la calle, sino que lo hacen en caravanas, ocupan casas deshabitadas o en otras dependencias en mal estado. Miguel y Pedro son dos ejemplo de ello.
Miguel: “Si estoy vivo es gracias a Cáritas”
Miguel tiene 47 años y lleva siete viviendo en la calle, actualmente habita una fábrica abandonada con otras seis personas. Reconoce que es alcohólico, aunque ya ha dado el primer paso para desintoxicarse. Agradece a Cáritas que le proporciona una ducha diaria, comida, ropa, mantas y mucho apoyo. Llegó a esta situación por las hipotecas y fue desahuciado. Su día a día ha cambiado, quiere que su vida de un giro. Además de arreglar su pequeño hogar, va a la biblioteca y acude al centro de día a hacer cerámica, procticar con la informática o ver televisión.
Miguel asegura llevarse bien con su compañeros de alojamiento; “si un día uno no tiene comida el resto lo comparte”, afirma. El mismo sabe que su vida se ha degradado por sus malos hábitos, aunque su propósito es firme: “quiero conseguir un trabajo y una casita digna, porque ahora vivo en un palacio cochambroso”. Mientras tanto seguirá haciendo uso de la solidaridad de la institución benéfica, de quien dice que “si estoy vivo es gracias a ellos”.
Raúl: “Que pidan ayuda porque se puede salir adelante”
Raúl tiene 41 años y hace dos años se quedó en la calle tras separarse de su mujer por culpa del alcohol. Tiene dos hijos que viven con su madre y sobrevive con una pequeña pensión para alojarse en una casa que le ayudó a conseguir Cáritas. Estuvo dos semanas en la calle, luego pasó al albergue y ahora está consiguiendo salir adelante, incluso con su pequeña economía pasa una pensión de manutención a sus hijos. Su mensaje a la sociedad es claro: “que luchen, que no estén en la calle, que pidan ayuda porque se puede salir adelante”.