Un gran pintor cerámico talaverano con obras repartidas por medio mundo

Rafael García Bodas nació el 1 de junio de 1922; lleva toda su vida dedicado a la pintura en cerámica, desde que con 11 años fue contratado como aprendiz en la Fábrica de Cerámica Ruiz de Luna, donde contó con la enseñanza del maestro Francisco Arroyo, yerno de Juan Ruiz de Luna Rojas. En esta fábrica permaneció hasta que cerró en 1961, pasando por las categorías de ayudante y oficial de primera. Luego se incorporó a la fábrica de Artesanía Talaverana -hasta su jubilación en junio de 1987- para convertirse en el 'maestro' de nuevas generaciones. Esta leyenda viva de la seña de identidad por excelencia de Talavera recibirá el próximo jueves, de manos de la Reina Doña Sofía, el Premio 'Ciudad de Talavera' a la Promoción de la Identidad Local y Comarcal.

El reconocimiento le ha llenado de “alegría”, después de tener en su haber obras repartidas por medio mundo en una trayectoria de más de 80 años. Ha realizado trabajos para el Museo Naval de Don Álvaro de Bazán, uno de los púlpitos de entrada al altar de la Basílica de la Virgen del Prado de Talavera o el Vía Crucis que rodea dicha Basílica. También un cuadro homenaje a Don Francisco de Toledo en el Parador de Oropesa, el Vía Crucis de la Iglesia de Castillo de Bayuela, 'La Santísima Trinidad' de la Iglesia Santos Mártires de Talavera o reproducciones de los cuadros 'La rendición de Breda' de Velázquez o 'El entierro del Conde de Orgaz' del Greco para el museo privado de Artesanía Talaverana. Esta última obra, de 1,70 x 1,40 metros, es su mayor motivo de orgullo.

Sus obras están por toda la provincia, la región y el país, además han saltado el charco; como la Purísima de Murillo que está en China, dos cuadros encargados por el General Perón de San Pantaleón en Argentina, rótulos de calles con el escudo de los Reyes Católicos en Nueva Orleans (EE.UU.), o su aportación para el gran mural talaverano con destino al Centro de Convenciones de Orán (Argelia). En Talavera, también, tiene su huella en los puentes del Parque de la Alameda o la fuente del Mercado de Abastos.

Pero Rafael no tira el pincel a sus casi 92 años; sigue pintando abanicos con la típica greca talaverana y ya tiene preparado el que regalará a la Reina Sofía, con una vista de Talavera: río Tajo, Puente Romano y la Iglesia de San Prudencio. Su arte ha sido heredado por su hijo Rafael, así como por la hija de éste, que ya apunta maneras. El artista reconoce que la cerámica siempre ha tenido altibajos; así recuerda como en los años 40 trabajaban solo semanas alternas. Igualmente, mencionó que en esos años había 120 operarios en Artesanía Talaverana, por tres que hay actualmente. El problema de la cerámica, a su juicio, es la necesidad de la puesta en marcha de escuelas taller para su promoción, líneas de ayuda a artesanos y el relevo generacional, además de la inmersión en economías emergentes.