Moisés de las Heras
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Bueno, pongámonos manos a la obra y a dar ideas: Consejos a los empresarios algo babancas que aún no se han dado cuenta de cuál es el mejor modo de cerrar una empresa y despedir sin que se note, eludiendo responsabilidades y además ahorrándote unos durillos.
Bueno, pongámonos manos a la obra y a dar ideas: Consejos a los empresarios algo babancas que aún no se han dado cuenta de cuál es el mejor modo de cerrar una empresa y despedir sin que se note, eludiendo responsabilidades y además ahorrándote unos durillos. Para ello, nada mejor que fijarse en los grandes negocios que han cerrado últimamente. De las inmejorables circunstancias actuales debe aprovecharse nuestro cabal empresario español cometiendo alguna que otra pequeña indecencia bastante rentable que siempre atenuará un poco el montante del cierre. Así, se aconseja suspender pagos con el saludable y provechoso fin último de que los trabajadores mismos se larguen y evitar los gastos del despido. Para lograrlo, el procedimiento judicial debe dilatarse durante meses. En esto la justicia acompaña. Además, hay que evitar que dicho empleado consiga otro empleo y aquí la legislación también ayuda porque le obliga, durante los meses interminables que dura su proceso, a que siga acudiendo, aunque no cobre ni haya quehacer, impidiéndole así usar este tiempo inactivo para buscar otro medio de subsistencia. Y si le sale otro empleo en el ínterin renuncia al paro, aunque cobre menos. El hambre proveerá los réditos buscados aunque los abogados aconsejen que resista. Si no resiste, se le considerará abandono del puesto laboral y no tendrá derecho a despido. El truco abunda en crisis y ni el gobierno lo ataja, ni los sindicatos denuncian. La justicia no lo impide, aunque le conste el daño, sino mucho después, imponiendo multas años ha, siendo que, para entonces el empresario podrá tirar de insolvencia y que pague FOGASA. Así ocurre que, mantener una empresa abierta, sin actividad, desamueblada, con impagos y obligando al trabajador a acudir para nada es, de algún modo, legal. A esta extorsión se apunta, incluso, el Padre Estado en sus contratos de servicios, para no perder votos despidiendo y ahorrar. Gracias a todo ello, nuestras empresas podrán, en poco, sanearse y además contar con un incentivo cuando haya vacas gordas, puesto que, de no reformarse la ley, podrán mañana seguir disfrutando de las amplias ventajas que ofrece este tipo de especulación.