Carlos Granda
miércoles 23 de abril de 2014, 10:51h
Los dos máximos representantes del fútbol talaverano, San Prudencio (CF Talavera) y Unión, se vieron las caras este fin de semana en un derbi llamado a convertirse en clásico y que acabó en unas tablas que dejan todo más o menos como estaba en la parte de arriba.
Como para conocer pormenorizadamente los detalles del partido ya tienen más adelante la crónica, me dedicaré en este espacio a realizar algunas consideraciones extradeportivas sobre el particular.
La primera, y más sangrante, está en el precio de las entradas establecido por la directiva de la Unión para ver un partido que, por mucho derbi que sea, no deja de ser un encuentro de Preferente. Diez euros de entrada general y quince para tribuna preferente para los no socios del equipo local son tarifas, se mire por donde se mire, más que abusivas para un espectáculo deportivo de esta índole. Comprendo que por el morbo del encuentro y por la buena marcha de ambos conjuntos en la competición era un buen día para hacer caja y según están las cosas inyecciones económicas de este tipo son necesarias para mantener a flote las arcas de un club. Pero a este precio y con la que está cayendo esto es de todo menos positivo para fomentar el deporte rey entre los talaveranos y crear un ambiente excepcional en las gradas. De hecho, me consta que hubo un plante bastante gordo de aficionados blanquizales que no asistieron al encuentro indignados por lo que se pedía en taquilla.
Luego se nos llena la boca diciendo que si la gente no va al fútbol y que en Talavera no se apoya a los equipos de aquí (que conste que yo también creo que el aficionado debe implicarse más), pero entre el frío y la oferta televisiva de partidos de la Primera División (cuatro categorías por encima) o la Premier es normal que si pones el fútbol de aquí a estos precios la gente no esté por la labor de acercarse al Municipal 'El Prado' a pasar la tarde.
Me comentaba sabiamente mi compadre Jonathan, 'Pincha' para los amigos, que arrimando pocos euros más podía acercarse previo viaje a la capital hispalense a ver a su querido Betis en su paseo triunfal hacia Primera, y no le falta razón.
Por otra parte, me preocupa también la batalla del fútbol que se abrió este verano en la ciudad y no me gustan las zancadillas propias de una guerra fría, bastante inútil por cierto, que se producen por aquí. Cada cual sabe lo que hace, pero cada uno debe preocuparse de que lo suyo vaya bien sin necesidad de poner chinas en el zapato del vecino. Además, no me cansaré de repetir en estas líneas que en una ciudad como la nuestra no es viable mantener tres equipos simplemente por el hecho de anteponer intereses personales a los de la ciudad. El tiempo, como siempre, dará y quitará razones.