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Los restos del talaverano fallecido en el accidente de tren de Santiago ya descansan en el cementerio

Decenas de familiares y amigos presenciaron el funeral de Luis Manuel Rodríguez Vallejo, de 44 años

Javier Fernández | Miércoles 23 de abril de 2014
Los restos mortales de Luis Manuel Rodríguez Vallejo, de 44 años, ya descansan en el cementerio municipal. El talaverano perdió la vida en el accidente ferroviario que tuvo lugar el pasado 24 de julio a cuatro kilómetros de Santiago de Compostela, cuando el tren Alvia en el que viajaba descarriló en la curva conocida como A Grandeira. El tren cubría la ruta Madrid-Ferrol; en la capital española -en la estación de Chamartín- es donde 'Luismi', como era conocido, se subió.

La capilla del tanatorio Hermanos Agüero estuvo abarrotada en la tarde del viernes cuando se ofició el acto religioso, donde el párroco aludió a “lo difícil que es encontrar consuelo en estos momentos, si no es a través de la fe”. Durante el responso, el sacerdote lanzó unas palabras de apoyo y solidaridad para su viuda María Jesús y el resto de seres más cercanos, al tiempo que definió al fallecido como un “hermano ejemplar”. Posteriormente, toda la comitiva fúnebre acompañó al féretro hasta el camposanto donde fueron inhumados los restos. Duros momentos para toda la familia, rota por el dolor e inconsolable por la inesperada pérdida. En la celebración de las exequias estuvieron presentes el alcalde, Gonzalo Lago, la senadora Carmen Riolobos y otros concejales del equipo de Gobierno.

Luismi viajó el miércoles hacia tierras gallegas con la intención de reunirse con su esposa y sus dos hijos, Daniel y María, para que los pequeños conocieran el pueblo de sus abuelos maternos.

Luis Miguel era una persona muy conocida en la ciudad, ya no sólo en su barrio, su residencia estaba en la calle Alférez Provisional, sino también en su entorno de trabajo. Era mecánico de profesión y era conocido por todos como 'Luismi'; regentaba junto a un socio el taller mecánico Automoción Rodríguez Moreno, en el Polígono Industrial Torrehierro. Su pasión por los coches había hecho que se asociara al club Ebora Veteran Car y compitiera en varias pruebas.

En declaraciones recogidas por el diario El País, su mujer explicaba el caos, la confusión y la controversia que vivió hasta conocer el fatal desenlace. En la noche del miércoles, a las puertas de las Urgencias del Hospital Clínico relataba que fue informada de que su marido estaba herido leve, aunque en la mediodía del jueves supo que su cónyuge había pasado a engrosar la lista de fallecidos. Una confusión por el extravío del teléfono móvil del talaverano tras el accidente hizo que la información que recibió en primera instancia esta mujer fuera errónea y, desgraciadamente, provocó que sufriera este varapalo después del alivio de pensar que Luis Miguel solo estaba herido.

Según las últimas informaciones facilitadas por la Policía Nacional, el número de víctimas mortales se ha reducido de 80 a 78 personas, mientras que todavía siguen ingresadas un total de 81. Tampoco hay avances en la investigación, aunque el propio maquinista, Francisco José Garzón, informó que la velocidad que llevaba al tomar la curva era de 190 kilómetros por hora, cuando la adecuada habría sido de 80 kilómetros. El viernes se negó a declarar ante la policía, aunque Adif y Renfe ya han coincidido en que debía haber frenado cuatro kilómetros antes de llegar a la curva.

OTROS CASTELLANO-MANCHEGOS. Juana Arganda, de 66 años, también perdió la vida en el accidente. Vecina del barrio de Santa Teresa de Toledo, era natural de Navaluenga (Ávila) y viajaba con su marido, Antonio Rodríguez, herido en el siniestro. Este fue secretario general técnico de la Consejería de la Presidencia de la Junta entre 1987 y 1992, con José Bono como presidente regional. José María Romeral era un sacerdote de 67 años que ejercía en la localidad madrileña de Colmenar viejo, aunque era natural de Campo de Criptana (Ciudad Real). Otra fallecida es Marta Jiménez, de 30 años y natural de Valdepeñas (Ciudad Real). Su novio iba con ella en el viaje; resultó herido, aunque el padre de éste, Isidoro Fernández, ha sido el último ciudadano de Castilla-La Mancha en engrosar la lista de muertos. La sexta persona es Elena Ausina, guardia civil destina en Yunquera de Henares (Guadalajara), aunque de origen gallego. Tenía 32 años. La enfermera de Ciudad Real, Carmen C., de 51 años, ha sido operada y evoluciona favorablemente en la UCI.




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