Sigue coleando el asunto del puticlub que ya puede abrir en Talavera. Telecinco o Antena 3 se han hecho eco de la situación, dando voz a los vecinos de Gamonal, pero el que está huyendo hacia delante es el concejal de la cosa.
Benedicto García es el ínclito que, lejos de asumir su responsabilidad de gobierno (y lleva ya cerca de dos años en la poltrona), echa balones fuera y culpa a los demás de su inoperancia. En psicología se llama victimismo instrumentalizado.
Este edil de Urbanismo, delegado por el blando alcalde José Julián Gregorio, está asustado, temeroso por pasar a la Historia como el que abrió el prostíbulo del que todo el mundo habla. Y tiembla porque no sabe cómo explicar que su firma es la que da licencia de actividad al supuesto Hotel New Jake. Un establecimiento donde se anuncian striptease y cuenta con “habitaciones de trasiego rápido”, por no entrar en demasiados detalles.
Si Benedicto supiera cómo proceder, el asunto tendría otra salida que el escándalo que se está montando a nivel nacional. Escuchen, abrir un puticlub enfrente de un colegio, una guardería y un centro social. Ahí es nada.
‘Tinín’ (como le llaman sus más cercanos), se está armando tal lío que incluso ha mentido públicamente al relatar supuestas reuniones con el alcalde de Gamonal que nunca existieron. Además, adolece de valentía y quiere echar la culpa de la situación, precisamente, a quienes no permitieron la apertura del club: la anterior alcaldesa Tita García y su concejal José Antonio Carrillo.
Jake abrió después de la pandemia, en diciembre de 2021, y en un mes y medio fue cerrado por el anterior gobierno. Ahora Benedicto, que ya ha firmado su apertura, se empeña en recurrir al insulto antes de esconder la cabeza debajo del ala. Se cumple lo que me decía un buen amigo recientemente sobre esta tropa: ningún plan y muchas ocurrencias.
Realmente, bulto puede ser hasta la palabra correcta que define el trabajo de este concejal de Urbanismo, algo que se ve hasta con los ojos cerrados. Si quiere, contamos lo que le dicen a la cara numerosos empresarios de la ciudad, por su efectividad cero o lo que está ocurriendo en su Concejalía.
Eso sí, lo mismo este concejal –que trabaja a media jornada como letrado– se ha sentido ofendido por mis palabras. Es posible que vuelva a intentar presionarme para que no le diga las verdades del barquero, como ya hizo hace 13 meses enviándome un burofax sin éxito.
Estas verdades, don Benedicto, dejan su labor pública a la altura del betún y la libertad de expresión en España me permite opinar sobre ella. Libertad tengo para hablar y escribir dando la cara, aunque otros u otras se empeñen en arrojar tan bella palabra al suelo desde la cobardía del anonimato, quizá usted los conozca. Le aseguro que uno de mis placeres es escuchar su rechinar de dientes y contemplar sus puños apretados. No sufran tanto que no es bueno para las tripas. A buen entendedor…