Dicen que el saber no ocupa lugar y cada día que pasa una palabra nueva se pone de moda. La lección de hoy se centra en ómnibus, que según el diccionario oficial significa: “Vehículo de transporte colectivo para trasladar personas, generalmente dentro de las poblaciones”.
Sin embargo, el tan traído y llevado decreto que capitaliza la vida política española se define de otra manera aunque tenga una explicación coherente: muchas cosas dentro de una, como los viajeros en un autobús. Tal cual.
Vamos al lío. Estamos todos de acuerdo en que el decreto propuesto por el gobierno de Pedro Sánchez contenía subida de pensiones, mantenimiento de la gratuidad en el transporte, ayudas para los afectados por la Dana de Valencia y el volcán de La Palma y prórroga para el escudo social de los más vulnerables pero con mayor protección –ahora– contra la okupación y los gastos que ésta provoque.
Junts, los dueños de la baraja que hacen bailar a PP o PSOE según sea la música que suene, han dejado fuera las modificaciones del IRPF, el Impuesto de Sociedades o el tributo de los bancos y las entregas a cuenta a las comunidades autónomas junto con algunas cuestiones más de calado menor. Todo esto en la creencia, por parte de los nacionalistas, en que esos cambios que han dejado fuera sólo les afectan a ellos.
Dénse cuenta de lo rápido que cambian las cosas que hace nada –dos días– el país se hundía, la gente pensaba en elecciones anticipadas y ayer por la tarde, todo solucionado de nuevo. España se llama esto.
En fin, que si recuerdan la semana pasada me enredé a hablarles en latín, pero esta semana otro latinajo es el que abre y cierra los telediarios y llena los titulares de los medios: ómnibus.
Menos omni y nada bus es lo que fija a nuestras queridas grandes ciudades de la provincia de Toledo en las que el AVE, ese pájaro difícil de atrapar vías por medio, continúa siendo tema de debate. Mientras en Toledo intentan ponerse de acuerdo políticos y ciudadanos de cara a proponer algo, por las buenas, al Ministerio de Oscar Puente, en Talavera cada uno hace la guerra por su cuenta y cuando no es algún grupo con más voz que votos clamando al cielo es algún político con ganas de que le doren la píldora presentando otra moción de brindis al pleno municipal. La fuerza del minibús de VOX lo llaman ya en el Ayuntamiento.
Al final, será la decisión del Gobierno central la que valga y en la capital, por mucho que se empeñen algunos, será estación única y puente sobre el río o retraso al canto y en la Ciudad de la Cerámica, tren en superficie con humanización del entorno o nada.
Si algún día me autorizaran a contar por qué surgió aquella idea del soterramiento, de qué cabeza salió y en contraposición a qué visión megaestructural… algún día habrá que contarlo.