El cielo nocturno de Toledo fue testigo de un impresionante fenómeno astronómico en la madrugada del pasado 18 de enero, a las 2:04 horas. Una roca procedente de un cometa, que entró en la atmósfera terrestre a una velocidad de 92.000 km/h, generó una bola de fuego tan luminosa que pudo observarse desde más de 600 kilómetros de distancia.
El bólido, como denominan los astrónomos a estos fenómenos, se originó a 90 kilómetros de altitud sobre Bargas (Toledo) y finalizó a 38 kilómetros sobre Ugena (Toledo), dejando a su paso un brillante espectáculo que capturó la atención de los cielos de la península ibérica.
Las imágenes del fenómeno, obtenidas gracias a los detectores del proyecto SMART, muestran en rojo la órbita que seguía la roca antes de entrar en la atmósfera. Este material, combinado con otras observaciones, permitió a los científicos triangular con precisión la trayectoria del bólido, proporcionando datos clave para su análisis.
El evento fue registrado por los detectores que el proyecto SMART, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y coordinado por el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), tiene desplegados en diferentes observatorios de la Península. Estos detectores operan en el marco de la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa (#SWEMN), una iniciativa clave en la monitorización de este tipo de fenómenos.
El astrofísico José María Madiedo, del IAA-CSIC, ha analizado el evento en detalle, destacando su relevancia para el estudio de cuerpos cometarios y su interacción con la atmósfera terrestre.
La bola de fuego sobre Toledo no solo cautivó a los observadores del cielo, sino que también proporcionó valiosa información científica. Este tipo de fenómenos no solo destacan la belleza del universo, sino también la importancia de las redes de monitorización y proyectos de investigación como SMART para desentrañar los secretos de los cuerpos celestes.