Víctor Borreguero
Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
Los cristianos conmemoran la Semana Santa. Ser cristiano es ser discípulo de Cristo, creer en su doctrina y practicarla. La señal del cristiano es la santa Cruz porque en ella murió Jesucristo…
“El Catecismo es el resumen de la doctrina enseñada por Jesucristo, que todo cristiano debe saber y practicar”. Los demás se suben al carro. Punto y aparte.
Ya en el carro, la Semana Santa se celebra de acuerdo con la luna. El Viernes Santo es el primer viernes después de la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera. En la semana de las concordias y las discordias, cada cual hace lo que le viene en gana. Principalmente, salir de la rutina diaria (‘rutina’, acto repetitivo), que es un modo de decir que cada cual hace de su capa un sayo. La Semana Santa es una semana de concordias y discordias. O sea, como todas las demás semanas del año.
Se sabe que hay más locos que cuerdos, y que en el cuerdo mismo hay más locura que cordura; esto no hay que probarlo sino abrir los ojos. A esta hora, como ejemplo, una pareja está metiéndose mano en los arenales de la playa y un caza bombardero sembrando muerte en las calles de Ajdabiya. A esta otra hora, o sea, cuando usted está leyendo lo que escribí, la playa y Ajdavilla encuentra al ser humano cultivando el romero y la pobreza.
Resulta difícil imaginar a Cristo viniendo al mundo para encarnarse en el homo oeconómicus de hoy. Decir hoy que somos hermanos y que hemos de compartir con los demás es una herejía social. ¡Es tan difícil sentirse hermano de los sin patria y de los sin techo! Resulta embarazoso imaginar al padre de Cristo en la lista del INEM, o a su madre buscando trabajo por horas en la casa de una familia de pluriempleados o, enseñando lacras físicas reales o fingidas, pedir limosna, en la puerta de una iglesia o en un semáforo, para sobrevivir malviviendo.
Cristo nació cuando nació y le persiguieron y mataron por lo que le persiguieron y mataron, pero, antes de regresar a los cielos, a su cielo, aseguró que se quedaba con nosotros, que nosotros éramos él. El problema es que nos creó libres y que podemos conmemorar o no conmemorar. Dar testimonio o traicionar el mensaje. Pasarnos al terreno contrario. Matar por ello o contra ello. Puso en nuestras manos el puñal de la libertad y preferimos ser libres y atormentados que esclavos felices. Sobrevivir es olvidarse de las tormentas y tratar de poseer la felicidad.