Un bulo es una información falsa, creada a propósito para que sea percibida como verdadera y divulgarla masivamente con un fin específico.
Uno de los engaños más conocidos de la Historia de la comunicación se produjo a las 8 de la tarde del 30 de octubre de 1938 cuando a un informe meteorológico y un concierto en vivo le siguieron noticias sobre explosiones en Marte y extraterrestres con tentáculos y rayos de calor.
La CBS radiaba una versión de La Guerra de los Mundos pero, cuando reparó en la histeria colectiva, hizo salir al Orson Welles al aire para recordar a los oyentes que todo era ficción. Solo la parte del pánico resultó ser real.
Al menos el actor, director, guionista y productor estadounidense se apresuró en decir la verdad, no como ocurre en la actualidad. Hoy en día, los amos del bulo –situados casi siempre en los extremos del tablero– usan el ‘calumnia que algo queda’ como único alimento. Ladran una vez más, amigo Sancho, y lo seguirán haciendo allá donde estén, en la cárcel o en cualquier otro agujero donde suelen habitar.
Esta vez le ha tocado al Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, con 50 despidos en cada plaza, número fijo. El SESCAM, que tiene muchísimas cosas que mejorar y lo debe hacer cuanto antes, ya fue objeto de bulos como las masivas bolsas de basura en lugar de trajes durante el Covid que quedaron en tres inventos, las faltas de mascarillas que al final sobraban o mil cosas más que lo único que hicieron fue intentar despistar a los que verdaderamente dieron la cara, los sanitarios.
Como el dato mata al relato, el consejero de Sanidad de CLM ha dicho que ni se ha despedido ni se va a despedir personal, sino que se han creado 12.000 puestos sanitarios más en los últimos años. Si los que, anónimamente y a la carrera, pegaron los carteles de los 50 famosos despidos el otro día en Talavera o en Guadalajara tienen pruebas irrefutables de que Fernández Sanz miente, deben mostrarlas. Si no, cualquier día de estos podrían encontrar un cartel con su nombre en el que se ponga en entredicho su honor o incluso el de la mujer que les dio la vida.
Me toca estos días pasar muchas horas dentro de un hospital público y no puedo sino deshacerme en elogios para con el personal sanitario que, por otra parte, es numeroso y enormemente profesional. Quizá hay una parte que no tiene nada que hacer y pretende matar moscas con el rabo. Allá ellos.
La atención conseguida por Welles aquel Halloween de los años 30 le valió un contrato en Hollywood, que le permitió escribir, dirigir y protagonizar su obra maestra en 1941, Ciudadano Kane. Fue un genio. Hoy, en cambio, el ruido que algunos se empeñan en formar les permite ocupar puestos públicos bien remunerados para, pobres diablos, dedicarse a mentir sin ruborizarse. Igualito es llamar a la puerta que levantarse a abrir.