Hoy hace veinticuatro años que la banda terrorista ETA asesinó al agente de la Guardia Civil José Ángel de Jesús Encinas, de 22 años y natural de Talavera, y a su compañera de servicio, Irene Fernández, de 32 años y natural de Gijón.
El domingo 20 de agosto de 2000 se convirtió en un fatídico día para los vecinos de Talavera de la Reina. Han pasado 24 años de aquello, pero el dolor aún no se ha ido de la Ciudad de la Cerámica, que cada 20 de agosto recuerda aquella tragedia.
Ambos guardias civiles estaban destinados en el puesto de Sallent de Gállego (Huesca) y fallecieron cuando iniciaban su jornada laboral, a las 6.00 horas, mediante una bomba-lapa -colocada por el etarra José Ignacio Guridi- en el coche oficial donde iban a hacer la ronda diaria.
El artefacto, provisto de un temporizador, un dispositivo antimovimiento y tres kilos de dinamita; hizo que el la agente Fernández Perera saliera despedida 10 metros del lugar de explosión y muriera en el acto; mientras que el guardia civil talaverano falleció cuando era trasladado en ambulancia hasta el Hospital Provincial San Jorge, de Huesca.
A la capilla ardiente acudió el ministro de Interior de entonces, Jaime Mayor Oreja, que declaró que ETA debía estar “muy orgullosa” al asesinar a “dos jóvenes guardias civiles de 22 y 32 años”. Al día siguiente, los cuerpos fueron trasladados a las localidades natales de los dos guardias civiles asesinados.
Los terroristas José Ignacio Guridi Lasa, Aitor Aguirrebarrena Beldarrain y Asier Arzalluz Goñi fueron condenados como autores materiales del crimen y Javier García Gaztelu, alias Txapote, como inductor.
La ciudad de Talavera quedó consternada ante tal triste noticia y más de cinco mil personas acudieron a la despedida de José Ángel. El talaverano era hijo de guardia civil y llevaba meses en la localidad de Sallent de Gállego, después pretendía ingresar en el Servicio de Montaña. Antes de llegar a la localidad de los Pirineos de Aragón, estuvo destinado en Hinojosa de San Vicente (Toledo), donde fue nombrado hijo adoptivo pocas semanas después de su asesinato. En 2005, la 'Ciudad de la Cerámica' inauguró el Complejo Deportivo José Ángel de Jesús Encinas, en su honor.