En los últimos días está llamando la atención el aspecto que tiene el río Tajo a su paso por Toledo: un cauce mermado que deja al descubierto las piedras del lecho. Varias publicaciones en redes sociales están dando la voz de alarma por su lamentable estado.
Desde la Cátedra del Tajo UCLM-Soliss han querido contestar a la pregunta de qué está ocurriendo realmente y si es cierto de que se hayan reducido alarmantemente sus caudales.
Según los datos del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación Hidrográfica del Tajo, en la estación situada en la Casa del Diamantista el caudal medio por hora ha sido de 22,9 m3/s en los últimos diez días, habiendo oscilado entre 14,7 y 32,7 m3/s.
Pues bien, estas cifras están en perfecta consonancia con lo que viene ocurriendo desde el año 1980, cuando el caudal medio en los meses de agosto de la serie histórica se sitúa en 19,1 m3/s (Anuario de Aforos 2022-21). Por tanto, la respuesta a la pregunta que nos hacíamos es negativa: no se ha reducido durante este verano el caudal del río Tajo en Toledo de forma alarmante, al menos, no más que otros meses de agosto de los últimos más de 40 años.
Ahora bien, con anterioridad a la entrada en funcionamiento del Trasvase Tajo-Segura, los caudales medios en el mes de agosto sí eran más altos, se situaban en 40,5 m3/s. Este descenso en los caudales medios que experimentó el río antes y después de 1980 debe ser atribuido, en parte, a las transferencias realizadas al Levante y, en parte, a la reducción de aportaciones que ha venido recibiendo de forma natural el río Tajo por el cambio climático.
Una vez que conocemos que este mes de agosto no está ocurriendo nada excepcional en cuanto al nivel del caudal en el río Tajo a su paso por Toledo, la pregunta que sigue, entonces, es ¿por qué este año se ve el lecho del río en algunos tramos?
Para aproximarnos a la causa real del aspecto del río durante estos días de verano nos tenemos que remontar a septiembre de 2023. Las lluvias torrenciales generaron una brecha en el azud de Santa Ana que, durante este año, se ha ido haciendo mayor. El caudal ya no es retenido por la barrera de cemento que supone el azud y, por tanto, fluye aguas abajo a través de la abertura.
Y es que, los azudes situados a lo largo del tramo urbano del río han generado una visión falsa del aspecto real del río: se podría decir que nos tenían engañados. Las aguas discurrían embalsadas, lo que hacía que las aguas se distribuyeran a lo largo y ancho del cauce, con un movimiento imperceptible, dando una sensación real de presencia de gran cantidad de agua almacenada pero irreal de gran caudal. La liberación del río en el azud de Santa Ana ha permitido que las aguas almacenadas fluyan río abajo, ocupando el caudal actual tan solo una parte del cauce en las zonas donde el valle es más abierto y con menos profundidad. Por tanto, aunque, como hemos explicado, el caudal sigue siendo muy similar al de otros veranos, sin embargo, el agua ya no se almacena antes del azud de Santa Ana, siendo visible solo el agua circulante. Al haber desaparecido el agua que estaba embalsada, sólo pasa por ese tramo de río el caudal circulante que, como todos los meses de agosto de la serie histórica, es más bajo que en otras estaciones del año.
Lo cierto es que, como muestran las publicaciones aparecidas en redes sociales, la visión que ofrece el río es ciertamente impactante. Ha quedado al descubierto parte de su lecho (y con él, basuras acumuladas en su fondo) y aguas retenidas en algunos puntos en las que el agua se llena de algas ante el exceso de calor y nutrientes. Salvo las basuras, el resto son procesos naturales que los ríos mediterráneos sufren con el estiaje. Los ríos tienen una gran capacidad de resilencia ante las alteraciones humanas. Si dejamos que actúe, en poco tiempo la vegetación de ribera irá ocupando estas zonas, generando un río más natural y con mayor diversidad.
En definitiva, lo que se observa este verano no debe alarmarnos, es natural salvo por la presencia de basuras (que, quizá, fuera buen momento para retirar del lecho) y del trasvase Tajo-Segura. La rotura del azud de Santa Ana ha supuesto un primer paso hacia la recuperación de la dinámica natural del río. En resumen:
- Este mes de agosto, el caudal del río Tajo a su paso por Toledo no ha sufrido ninguna variación respecto a la media de los últimos más de cuarenta meses de agosto anteriores.
- Sin embargo, el funcionamiento del Trasvase Tajo-Segura, unido al efecto del cambio climático, sí han reducido significativamente los caudales que discurren por el río Tajo.
- Ahora bien, la apertura parcial del azud de Santa Ana ha generado que las aguas que estaban embalsadas fluyan río abajo y, por tanto, que el caudal circulante ocupe ahora solo una parte del cauce, dejando al descubierto parte del lecho del río.
- En definitiva, los azudes situados en Toledo han generado una confusión entre agua embalsada y caudal. Una vez que ha desaparecido el agua embalsada, lo que se ve realmente es el caudal circulante, que se mantiene en los mismos niveles que los últimos cuarenta años. Son los azudes los que genera un aumento de la anchura del cauce e impiden la continuidad del río.