12 millones de españoles sufren dolor crónico y, de ellos, 7 millones de manera intensa, según la Sociedad Española del Dolor (SED), que celebra su XX Congreso Nacional en León. La artrosis copa más de la mitad de los casos de dolor crónico, seguido del lumbar (3 de cada 10), el cervical y la cefalea. Sin embargo, la mayoría de pacientes en España carecen de atención adecuada, según denuncia la doctora María Madariaga, presidenta de la SED, ya que se basa mayoritariamente en fármacos y la lista de espera en las unidades del dolor puede llegar a ser de años en aquellos que lo necesitan.
“Para aliviar su dolor, el tratamiento multidisciplinar es difícil de obtener con poca coordinación entre profesionales sanitarios y una sobrecarga de la Atención Primaria. La escasa disponibilidad de recursos no farmacológicos hace que el tratamiento contra el dolor ofrecido a los pacientes sea prácticamente solo basado en medicación durante su proceso”, señala. A su juicio, “La derivación para el abordaje desde la Rehabilitación o la salud mental del dolor crónico es lento y no coordinado con el profesional de medicina de familia o de atención hospitalaria. Los pacientes crónicos no disponen de cartera de servicios específicos en rehabilitación o salud mental para tratar su cronicidad.”
La formación del profesional sanitario es clave para poder tratar a los pacientes con dolor crónico, especialmente en el uso de opioides. “El tratamiento farmacológico del dolor crónico con fármacos opioides debe ser muy específico para determinado tipo de pacientes, y el profesional sanitario debe saber manejarlos adecuadamente, especialmente si se plantean a largo plazo. Eso solo puede hacerlo si está formado en su uso”, explica la doctora Madariaga. Por ese motivo, en el congreso se ha incluido del primer curso de formación de manejo de opioides para médicos, avalado por la SED y la Federación Europea del Dolor (EFIC por sus siglas en inglés), basado en casos prácticos, “para formar en el adecuado uso de opioides a los profesionales y así prevenir la tolerancia y la dependencia sin restringir el acceso a los mismos de aquellos pacientes que los necesitan, especialmente en los momentos críticos de la evolución de la enfermedad, una preocupación central para la SED”, destaca la doctora Mª Luz Padilla, presidenta del Comité Científico del XX Congreso de la SED.
El dolor es el principal motivo de consulta en Atención Primaria, pero si no se trata de forma adecuada puede convertirse en crónico, advierte la doctora Madariaga. Cuando se cronifica ocasiona un deterioro de la calidad de vida que incluye depresión y ansiedad. Hasta el 40% de las personas que reconocen padecer dolor crónico no cuentan con un diagnóstico especifico de dolor crónico, a pesar de llevar una media de 12 años con el mismo, según un informe de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP). El diagnóstico en dolor crónico según el Código Internacional de Enfermedades (CIE-11) es clave para garantizar los derechos de reconocimiento de enfermedad discapacidad y derecho a tratamiento.
Los pacientes pueden tardar una media de entre 1 y 5 años en ser atendidos en una unidad del dolor, según este informe. Una de las razones, apunta la doctora Madariaga, es que “hay muy pocas en España y la mayoría son heterogéneas, muchas infradotadas, sin una plantilla fija asignada, dependiente de un solo servicio (habitualmente Anestesiología) y con escasa participación de diferentes especialistas, fundamentales en el abordaje del dolor como psicólogos, fisioterapeutas o terapeutas ocupacionales”. La derivación, en la mayoría de comunidades autónomas, no se hace directamente desde Atención Primaria sino desde otras especialidades de hospitalaria como Traumatología y Rehabilitación, con la consiguiente suma de tiempos de espera para la persona con dolor.
El objetivo principal de una unidad del dolor “es la atención integral especializada desde un abordaje biopsicosocial del paciente que presenta dolor y que precisa la aplicación de conocimientos de especialistas para llegar a un posible diagnóstico y tratamiento integral (farmacológico y/o intervencionista) con el fin de conseguir el mejor resultado (mejora de la calidad de vida)”, señala la doctora Alicia Alonso, presidenta del Comité Organizador del XX Congreso de la SED.