A cuenta de la disputa entre los presidentes de España y Argentina que hoy abre todos los informativos, recuerdo aquella historia que evocaba la porfía entre un tigre y un burro que discutían por el color de la hierba.
El rey de la selva le dio la razón al burro, que aseguraba que era azul, y castigó al tigre que defendía el verde del pasto. El castigo al felino fue por perder el tiempo con el asno, un burro que ansiaba sólo tener razón.
Pedro Sánchez no es ni ha sido santo de mi devoción nunca. Ya he podido expresar más de una vez mis tangenciales diferencias de criterio con quien, a día de hoy, es inquilino de La Moncloa. Tampoco lo es, por supuesto, Javier Milei. Me parece un dirigente de absoluto extremo con pensamientos de desequilibrio enorme que todavía está por ver si saca a Argentina del pozo en que lo metieron.
Pero hay líneas que no se pueden traspasar. El ministro Oscar Puente las rozó sibilina aunque torpemente, algo que ha encendido la mecha del estrambótico de la Pampa. Eso sí matar moscas a cañonazos, como quiere hacer el argentino al más puro estilo Miguel Ángel Rodríguez, no es productivo. Escupir para arriba es lo que tiene, que todo lo que sube termina bajando.
El problema es que los correligionarios irreflexivos, los expertos en todo y en nada, esos a los que se reconoce como todólogos, los que no se preocupan por asegurarse, por pensar… le dan la razón, toda la razón, que es lo que él quiere a toda costa. A partir de ahí, es tiempo perdido (como el tigre con el burro).
El único que ha ganado en todo esto ha sido Abascal, que está consiguiendo horas de promoción gratuita del evento que organizó en Madrid donde estuvieron los ultraderechistas Víktor Orbán, el húngaro, la italiana Meloni, la francesa Le Pen o el propio Milei. El Palacio de Vistalegre se convirtió en un buen nido.
Y no lo digo yo, que el director de El Español, Pedro José Ramírez, ha asegurado del líder de VOX que es un aprendiz de caudillo, algo que también circula por los pasillos de las Cortes de Castilla-La Mancha al referirse a su representante en estas tierras, el talaverano David Moreno.
Y esta reflexión en voz alta no es sino el reflejo de una porfía que tuve recientemente en un café con amigos. La política del rumor, del dime, del direte… se infiltra en nuestra sociedad por muchos pseudo políticos –da igual de izquierdas o derechas, aunque curiosamente suelen acercarse más al fascismo–.
Todo ello ha hecho que la gente no sepa ni lo que dice ni sepa lo que pensar. Incluso, cuando les duchas con la realidad, algunos prefieren alardear de ignorancia descuidada. Y eso que, en la mayoría de las ocasiones, muestra tal desnudez intelectual que te hacen sentir como en una playa nudista.
Pero bueno, Milei tiene la razón y la hierba es azul, como decía el burro.