No sé si ustedes habrán leído el “Manual de Resistencia”, ese libro del presidente del Gobierno de España. En ese tomo, el autor habla de la fortaleza de sus convicciones. Relata la aceleración que vivimos en la política, algo que la hace imprevisible.
Tan imprevisible como lo han sido las elecciones vascas, las catalanas de este fin de semana pasado y las próximas europeas del 9 de junio, donde veremos si hay sorpresa.
Pedro Sánchez ha ido superando valla tras valla y no descarten que en los comicios europeos las cosas se parezcan bastante a lo que hemos visto hace poco.
Pero, ¿y si esto lo aplicamos al fútbol? Me hace pensar en el Real Madrid cuando juega Champions. Imprevisibilidad, resistencia, sorpresa… A base de ese coraje y la firmeza de sus convicciones se ha hecho rey de Europa. Los aficionados blancos renegarán al leer o escuchar estas letras de comparación pero en esta dupla alguien ha aprendido de alguien. Eso sí, el club merengue tiene 122 años de historia y Pedro Sánchez llegó antes de ayer a La Moncloa, aunque parezca que lleva toda la vida.
El que fuera canterano de Estudiantes debió fijarse mucho en las gestas madridistas aunque aquello de “noble y bélico adalid, caballero del honor” no termina de saber aplicarlo del todo bien. Me da que prefiere fijarse en alguna de las más famosas frases de Nicolás Maquiavelo, como aquella que rezaba “las injusticias se deben hacer todas a la vez a fin de que hagan menos daño”.
Dense cuenta que seguimos sumando resultados y Sánchez se acomoda en la poltrona mientras van cayendo sus oponentes. Primero fue Rajoy, luego Rivera, Casado, Iglesias, Arrimadas y ahora los independentistas catalanes. Todo ello sin contar que Feijóo se parece cada día más a Ansu Fati, la eterna promesa. No encuentra ese resultado que le dé un título. Fútbol y política, otra vez.
Termino. Hoy es San Isidro, fiesta grande en Talavera y una fecha muy especial para quien suscribe. Disfruten de las ferias y tengan cuidado con los pavos reales. Suele pasar que cuanto más se pavonean peor saben cantar. Algunos, incluso, sólo saben ponerse corbatas verdes y hacer ‘gluglú’.