Los visitantes que se acerquen a la sede de Toledo del Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha, hasta el próximo 31 de diciembre de 2024, se verán sorprendidos por las "inquietantes" figuras escultóricas que van apareciendo de forma inesperada en distintas salas del antiguo Convento de Santa Fe, así como por una serie de vídeos que les invitarán a detenerse y plantearse preguntas.
Forman parte de la muestra 'La cabeza incolora', de Bernardí Roig (Palma de Mallorca, 1965), uno de los artistas con mayor proyección internacional del actual panorama del arte español. El creador muestra una selección de trabajos realizados en los últimos diez años que adquieren nuevos significados en los espacios de un lugar cargado de historia y de innovación, en el que el pasado y el presente se funden, según ha informado el espacio expositivo en nota de prensa.
A ellos se suman dos proyectos realizados específicamente para el museo: Una nueva y exclusiva versión del vídeo 'Naufragios del rostro' (2015), post producida por el centro de arte, que ocupa la gran pared lateral de entrada, y la instalación 'La luz que agoniza', una composición realizada con fluorescentes y acompañada de un autorretrato del artista hecho directamente sobre la pared, que se sitúa en el exterior, en un rincón cercano al claustro, que conecta dos patios y que se ha ganado recientemente para la exposición de obra.
Roig expone en Toledo después de tres muestras simultáneas en Málaga --en el Centre Pompidou, el Museo Casa Natal Picasso y la Colección del Museo Ruso--, donde rindió homenaje al creador del Guernica con motivo del 50 aniversario de su muerte, creando un relato artístico a partir de sus identidades y sus máscaras, con gran protagonismo de la figura del Minotauro, y antes de recalar, el próximo mes de mayo, en The Phillips Collection (Washington D.C), con 'La cabeza de Goya', donde dialoga con la única figura del clásico en esta importante colección privada.
La obsesión por Goya, una fuente de inspiración permanente para él, se detecta en los 55 dibujos que le dedica, en los que explora el tema de la desaparición y de la permanencia, la influencia que determinados y geniales creadores siguen ejerciendo a través del tiempo en los amantes y hacedores de arte. La fijación intensa y feroz en la obra de Goya define a Bernardí Roig, un creador que trabaja con las obsesiones, que las explora hasta las últimas consecuencias.
"Somos siempre el animal que perseguimos. Por eso hay que poner las obsesiones a buen resguardo del depredador que es uno mismo. Para mí son un nutriente continuo. Trabajo solo y en silencio, como la mayoría de la gente que se pasa todo el día dentro de su cabeza. Una cabeza finita y poblada de ausencias, como la de todo el mundo, aunque yo la intento rellenar con fantasmagorías, y a veces con purpurina", señala el artista.