Si habéis buscado en el diccionario la palabra con la que titulo esta reflexión os habréis dado cuenta de que nuestro diccionario no la refleja. No sé si alguien antes la ha utilizado con el sentido con el que yo la voy a emplear. Estamos acostumbrados a añadir el sufijo “-cracia” con el significado de “gobierno”, como en democracia (el gobierno del pueblo) o burocracia (el gobierno tras un escritorio), pero antes que esto, “-cracia” significaba “fuerza, poder” y en ese sentido quiero utilizar “bibliocracia”: la fuerza del libro; y ya, por extensión, la fuerza y poder de las bibliotecas.
Las bibliotecas son o deberían ser un pilar en todas las sociedades que aspiren a la democracia, sobre todo, las bibliotecas públicas, las verdaderas bibliotecas públicas, pues el añadido “pública” es antiguo, del siglo XVI, pero de qué servía una biblioteca pública si la mayor parte de la población era iletrada. Hoy nuestras bibliotecas públicas son públicas de verdad. Primero, porque los gobiernos democráticos las incluimos en nuestros programas culturales y educativos, pues tras la familia y la escuela, se encuentran en el siguiente puesto de la escala de aprendizaje institucional; y segundo, porque son lugares de encuentro que no miran ni el color, ni el sexo, ni la religión, ni la condición social de nadie, es decir, es universal, inclusiva y generosa, da sin recibir nada.
Dice Lynne Brindley, directora de la Biblioteca Británica, que “nunca ha existido un tiempo más estimulante para dedicarse a las bibliotecas: es a la vez amenazador y sugerente” y creo que esa es la actitud con la que nuestras bibliotecarias y nuestros bibliotecarios han afrontado el siglo XX; ellas y ellos han convertido las bibliotecas en lugares en los que, además de conservar la herencia cultural, distribuir información, seleccionar material, promover la investigación y la interacción social, han decidido revolucionar estos espacios para involucrar a toda la ciudadanía, acercando los libros a todos mediante proyectos innovadores, incluyendo las nuevas tecnologías y las demás disciplinas en sus propuestas. Hoy es un día para agradecer y felicitar por su labor y por luchar con su imaginación en estos tiempos tan amenazadores y sugerentes.
Hoy, 24 de octubre, celebramos el Día Mundial de las Bibliotecas y, como siempre, quiero mostrar mi agradecimiento a todo el personal que trabaja en y para las más de 450 bibliotecas de nuestra región. Castilla-La Mancha -no me canso de repetir- es la Comunidad con más espacios para la lectura y préstamo de libros por habitante de España. Y allí donde no hay espacios habilitados, llegan los bibliobuses. Así es el poder del libro: la bibliocracia.
En este día tan especial para los amantes de los libros y de la cultura, quiero felicitar a todo el personal de nuestras bibliotecas castellano-manchegas, que cada año se encuentran entre los más premiados por sus proyectos de animación a la lectura en los premios María Moliner, en la última convocatoria han sido 66. Además, este año quiero felicitar especialmente a nuestra Biblioteca Regional por su XXV aniversario, faro de muchas de las bibliotecas locales, a la que animo a continuar con la misma ilusión, programando actividades como han hecho hasta ahora.
Feliz Día Mundial de las Bibliotecas a todas y todos.