OPINIÓN

La ESO, una puerta a la adolescencia

ARTÍCULO

Escrito por Eva Sonseca, licenciada en Psicopedagogía y Directora pedagógica del Equipo Multidisciplinar Talento

Redacción La Voz del Tajo | Lunes 11 de septiembre de 2023

En las últimas semanas del mes de agosto he escrito artículos sobre la vuelta al cole que en tantas ocasiones preocupa a los padres y profesores cuando se enfrentan a ella, siendo un placer para mí que algún artículo se haya publicado y que en diversos institutos me hayan tenido en consideración para realizar unas primeras charlas y talleres a padres de alumnos interesados en este tema. Sin embargo, en esta ocasión quiero ir más allá para hablar de la temida adolescencia en la etapa escolar de la ESO.

La adolescencia es el momento de transición entre la niñez y la edad adulta. Comienza con los cambios biológicos, hormonales y físicos que tienen lugar en la pubertad sobre los 10 años y finaliza alrededor de los 19 años. Desde una visión amplia y tradicional se entiende esta etapa como propia de turbulencias y tensiones. Pero, para tranquilidad de esta connotación negativa, se afirma que el adolescente turbulento, atormentado y problemático existe pero sólo supone un 11 % del total. El 57 % tiene una transición positiva y saludable y el 32 % presenta dificultades intermitentes y situacionales.

Independientemente de que esta etapa sea más problemática o no, lo cierto, es que durante la adolescencia tienen lugar una serie de cambios que son decisivos a muy diferentes niveles. Los descubrimientos sobre el desarrollo del cerebro realizado durante las últimas décadas nos han proporcionado información clave para entender algunos de los cambios que suceden durante estos años. Si hasta hace poco se consideraba que el aumento de los niveles hormonales era el único responsable de los cambios físicos propios de la pubertad y de la conducta típicamente adolescente –impulsividad, inestabilidad emocional, asunción de riesgos, etc. – ahora se sabe con certeza que las modificaciones en la estructura del cerebro permiten explicar con mayor exactitud dichas conductas.

La adolescencia es una etapa privilegiada: el cerebro se rediseña por completo. Uno de los cambios más importantes que tiene lugar en el cerebro de los adolescentes es la maduración paulatina de los lóbulos y la corteza prefrontal, una estructura fundamental para los procesos cognitivos de orden superior y sede de las habilidades ejecutivas de la inteligencia. Además, tiene lugar una importante “poda sináptica”, la desaparición de algunas conexiones neuronales y el reforzamiento de otras, que permiten al cerebro procesar la información de una forma mucho más potente y eficaz. Durante la adolescencia el control comienza a ser interno: queremos pasar de la disciplina a la “autodisciplina”, de la obediencia a la “responsabilidad”, de someterse a las decisiones ajenas a tomar las propias decisiones y frenéticamente todo ocurre cada vez más deprisa con un fuerte componente social. A los 12 años, la mayoría de los niños estará comenzando la educación secundaria, lo que en muchos casos significa la entrada en el instituto y la necesidad de adaptarse a los cambios que conlleva. Esta nueva rutina no sólo les obliga a enfrentarse a otra manera de aprender y estudiar, sino que les va a exigir ser capaces de planificar y organizar su tiempo de una forma totalmente distinta. A partir de 2º de la ESO, los chavales estarán empezando a tomar decisiones sobre el itinerario formativo que desean seguir, algo para lo que es fundamental conocerse y que determinará de forma decisiva su futuro.

Otro de los cambios que tienen lugar durante estos años tiene que ver con su entorno social y afectivo. La manera en la que se relaciona con su familia y sus amigos se transforma, y el niño va a tener un rol cada vez más activo también en este entorno. Pero en la adolescencia, puede aparecer un conflicto interno entre la dependencia que aún siente con sus padres y la necesidad de independizarse. Esta lucha interna se expresa mediante peleas y conflictos con los padres, ya que son el pilar del que quieren desprenderse y a la vez su fuente de seguridad.

El cambio de actitud puede llegar a ser desconcertante para los padres y los hace sentir inseguros, ya que las estrategias que utilizaban antes no funcionan más. Por eso es necesario adaptarse a estos cambios y modificar las normas por límites más flexibles y negociados con el adolescente. De esta manera, la relación entre padres e hijos evoluciona y cambia, pero el vínculo queda siempre.

Un nivel de conflicto intergeneracional tiene un papel muy importante en el desarrollo de los adolescentes y el funcionamiento de la familia. En el entorno familiar los jóvenes aprenden a resolver problemas manteniendo las relaciones y tolerando las diferencias de opinión. Por lo tanto, la estabilidad familiar es esencial para un adolescente. El equilibrio emocional, la templanza y la estabilidad que les falta en esta época de la vida deben recibirlo de su familia.

Es común que los intereses cambien en esta fase. La necesidad de pertenecer a un grupo se vuelve algo muy importante y buscan pasar tiempo con los amigos. Además, comienza la atracción por el sexo opuesto. Esto inicia casi como un juego, en donde los chicos encuentran un nuevo desafío personal, pero a medida que pasa el tiempo y el crecimiento, se van estableciendo relaciones más íntimas y trascendentes.

Para los padres y profesores puede resultar muy complicado lidiar con ciertas actitudes y comportamientos de sus hijos y alumnos, ya que implica dejar de ser admirados y tolerar una dosis importante de renuencia frente a las órdenes, recibir respuestas de rebeldía y desafío, así como una competencia constante.

Lo importante a resaltar es marcarse metas claras y definidas, planificar y coordinar los pasos para realizarlas, premiarlas y prestar atención a la gestión de los pensamientos y las emociones que vayan surgiendo a medida que avanzan, ser capaz de cambiar los planes cuando sea necesario, etc., son habilidades ejecutivas que –aunque pueden aprenderse durante toda la vida–, deberían enseñarse de forma específica durante la adolescencia, “una ventana de oportunidad” por todos los cambios que están experimentando.

Es importante tener que avisar que en esta etapa se vuelven muy vulnerables ante determinadas experiencias que les despierta la atención, principalmente aquellas relacionadas con el consumo de drogas y alcohol, del mismo modo que ocurre con otros factores, como el estrés y la depresión. También considero importante que los padres sepan controlar el uso de las tecnologías que hacen sus hijos, ya que cada vez en consulta se producen más casos relacionados con las adicciones que éstas provocan o con determinados comportamientos que van de la mano del mal uso de estas herramientas.

En definitiva, todos los cambios y vaivenes que se producen durante la adolescencia pueden repercutir en su aprendizaje llegando a provocar que rendimiento académico y el aprovechamiento escolar desciendan de manera significativa, lo que en muchas ocasiones desemboca en una pérdida de interés por el estudio. Por ello, es importante el seguimiento y la orientación de profesionales y que no duden acudir a ellos en cualquier momento.

Comprender a profundidad esta compleja etapa de la vida puede permitirnos contar con mayores herramientas de intervención. Los adolescentes requieren de ambientes adecuados, del acompañamiento de adultos y orientadores pacientes, para tener mayores posibilidades de participar proactivamente de su proceso de desarrollo. Este período vital es decisivo para todo ser humano, ya que las transformaciones estructurales y funcionales del pensamiento dejarán huella para toda la vida. Contar con una guía que incida positivamente en su camino, puede ser un elemento trascendente en el rumbo de su construcción.

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