El sacerdote talaverano Augusto Resino López ha recibido cristiana sepultura este jueves en el Cementerio Municipal de Talavera de la Reina. A primera hora de la tarde se ha celebrado sus exequias en el Tanatorio Hermanos Agüero de la Ciudad de la Cerámica.
Augusto nació el 24 de febrero de 1930 en Talavera de la Reina y tras estudiar en el Seminario Conciliar de Toledo, recibió la ordenación sacerdotal el 4 de junio de 1955.
Su primer nombramiento fue de coadjutor de Urda (Toledo). De allí fue enviado como ecónomo de El Ballestero (Albacete) en el arciprestazgo de Alcaraz; cuando la Archidiócesis aún atendía esos pueblos. Meses después volvió a su tierra natal en la que trabajó hasta que las fuerzas físicas le faltaron, a los 65 años.
Siempre estuvo vinculado a la educación católica: el 30 de noviembre de 1955 fue nombrado profesor de Religión y Moral Católica en el Instituto Nacional de Educación de Talavera. Después, el 27 de abril de 1974 pasaría como profesor de Religión al Instituto nº 2 de la misma Ciudad de la Cerámica.
Fue coadjutor de la parroquia talaverana de Santiago el curso 1967-68. En octubre de 1968, sustituyendo a don Pedro Arganda, recibió el nombramiento de capellán de las MM. Benitas de Talavera.
Durante treinta años atiende la parroquia de La Purísima Concepción de Pepino, a nueve kilómetros de Talavera: primero como encargado desde el 8 de octubre de 1976, y luego como párroco desde 1991. En 2006, sería sustituido por Luis Miguel Triviño. Llegaba la hora de su retiro, con 76 años.
Tras su jubilación colaboró activamente en la parroquia del Sagrado Corazón de Talavera, con nuestro querido, popular e intrépido don Antonio Díaz-Corralejo. Tres años después, el 3 de febrero de 2009, recibió el nombramiento de adscrito a dicha parroquia.
Estos últimos años la parroquia de los Santos Mártires, a la que pertenecía el domicilio familiar, y las Misioneras Seculares de San Bonifacio le han atendido espiritualmente. Don Francisco Javier González Martín, el párroco de Santos Mártires, insistía como todos: "Era un hombre de Dios, extremadamente delicado con todo… La última vez que le visité me besó la mano, y me dio las gracias por mi sacerdocio y por atenderle con los sacramentos".
Descanse en paz, don Augusto Resino, el siervo fiel y prudente.