La conocida expresión de vender la piel del oso antes de cazarla resucita cada cuatro años cuando de política hablamos. Todos los concurrentes se ven ganadores, no puede ser de otra manera, y para arengar a sus huestes les hablan del Valhalla, del Nirvana o de la puerta de San Pedro con tal de tenerles entregados a la causa.
Pero es necesario cuidar mucho esta situación pues la precipitación y el optimismo excesivo pueden llevar al desengaño. Es mejor tener total seguridad en conseguir algo antes de darlo por hecho porque los planes en política solo sirven para los próximos tres minutos. La frase no es mía, es de un político de infausto recuerdo y ya en retirada, pero tenía razón.
Esa precipitación es sólo producto de uno de los más fatales errores de la condición humana, la falta de LÓGICA. Esa gran desconocida, y a veces repudiada, que sirve solo y exclusivamente para tener una consciencia verdadera de la realidad.
Pero vayamos a la faena. La embriaguez de fama, de futuros felices, de propósitos imposibles o quimeras varias están alcanzado el nivel superlativo en esta precampaña de cara al 28M. Mientras a Page se le adivinan maneras arraigadas al terruño, cumpliendo su programa y opinando sin cortapisas incluso de su Partido o de los colegas nacionales, Núñez y Moreno –los líderes del PP y de VOX– ya presumen de cómo se van a repartir los despachos en el Palacio de Fuensalida.
De hecho, el candidato de la ultraderecha no se esconde al proclamar que quiere ser en Castilla-La Mancha el alter ego de García-Gallardo, vamos que es el fan número uno del excéntrico vicepresidente de Castilla y León.
Toda esta soflama de futuribles, a veces –muchas veces– dan paso a la peor de las depresiones, del abatimiento, del desencanto, el hundimiento… pero de eso saben mucho los extremistas (de izquierdas o de derechas) porque cuando el barco de hunde las ratas salen corriendo a toda velocidad. El tiempo será juez y la piel del oso dictará sentencia.