Hacia delante

Stop

Héctor Cubelos | Miércoles 23 de abril de 2014
Por desgracia, esta terrible crisis sacude y arrasa todo lo que encuentra a su paso. En un país donde lamentablemente se dan cita ya tantas calamidades, las últimas cifras conocidas no resultan muy esperanzadoras.

En los últimos años han ocurrido más de 360.000 desahucios en España.

Dato especialmente alarmante que crece de forma exponencial. Para más inri, la falta de transparencia al respecto, sumada a los números facilitados por el Poder Judicial –incapaces de discernir entre desalojos de primera vivienda, garajes o residencias de verano– provocan que nadie sepa con certeza cuántas familias perdieron su hogar. Aun así, ante números tan pesimistas no cabe duda alguna. La evolución es clara y muestra ya la realidad más dramática de España.

No obstante, en la nación donde con frecuencia son convocadas multitudinarias manifestaciones por plataformas como Stop Desahucios, o donde las noticias hablan de ciudadanos desesperados que se arrojan al vacío desde sus viviendas en el momento que la comitiva judicial hace su entrada, tuvo que ser finalmente el propio Tribunal de Justicia de la UE quien cuestionara la normativa vigente. Si no, que pregunten a Mohamed Aziz, “La lucha de David contra el Goliat hipotecario”.

¿Hasta cuándo se hubiese permitido seguir actuando a esta injusta Ley Hipotecaria? Me pregunto si no es abusivo que la entidad bancaria considere vencido el préstamo por el impago de una sola cuota. O si no lo es fijar unos intereses de demora notablemente más altos al tipo ordinario pactado.

Ahora por fin, el gobierno se ve obligado a cambiar esta opresiva ley, atisbándose los primeros cambios políticos al respecto. Pero, aunque probablemente este hecho suponga un paso hacia adelante, quizá la reciente sentencia no sea útil para los muchos desahuciados que ya ha habido. Pues no se debe olvidar qué tiene que decir el Ejecutivo Europeo sobre las numerosas carencias de la legislación estatal durante todos estos años. Y es que para los españoles, esta medida es todavía muy poco ambiciosa.

Por todo ello, ante el complicado presente que afronta el país, donde 'todos' deben apretarse el cinturón –o al menos eso dicen desde arriba– probablemente sea hora de pensar en el pueblo y meditar nuevas soluciones que –también en esto– contemplen la crisis (ya que cada español está pagando ésta de su bolsillo, cada vez más vacío). O por el contrario, quizá la debacle económica sea únicamente una circunstancia que exige pero no otorga comprensión. Sí, deberes y más esfuerzos; pero aquí, ¿quién piensa en la realidad del ciudadano de a pie? En la calle se espera con impaciencia el día en que las instituciones dinamicen los medios necesarios para que ninguna familia más tenga que dejar su hogar.