La falta de información puede llevarnos a incorporar como normales en nuestra vida ciertos trastornos ginecológicos. Ocurre con el dolor de regla, que, sin embargo, puede ser un síntoma de endometriosis, una enfermedad muy incapacitante, y también ocurre con la menorragia o sangrado abundante.
Son muchas las mujeres, el 27% de las europeas, según la SEGO, Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, quienes sufren este problema, pero sólo la mitad de las afectadas acude al especialista en busca de un diagnóstico y una solución.
El SMA, como se le denomina por sus siglas, no tiene por qué ser propio de la menstruación de algunas mujeres, ni se debe normalizar, advierten desde Clínicas EVA. No se trata sólo de que puede producir anemia derivada de la pérdida de glóbulos rojos, sino que sus consecuencias pueden dañar la calidad de vida de las mujeres afectadas.
Según explica la directora médica de estos centros, la doctora Isabel Vielsa, se puede concluir que el sangrado es abundante cuando es necesario llevar doble protección o cuando se cambia el tampón, la compresa o la copa menstrual cada cuatro horas o menos. También cuando la duración de la regla se extiende más allá de los siete días.
Puede tratarse, en efecto, de una peculiaridad de algunas mujeres, pero es importante que se acuda al ginecólogo para descartar las siguientes enfermedades:
Son enfermedades “hermanas” y tienen su origen en el crecimiento anormal de tejido endometrial. La primera es una tumoración de la mucosa que recubre el interior del útero, crónica, congénita y benigna, que se expande por los órganos que rodean la zona pélvica. En la segunda, dicho tejido se infiltra en el miometrio, produciendo las llamadas lagunas o lesiones nodulares.
Los miomas son también lesiones tumorales benignas, pero de distinta naturaleza, explica la doctora. Suelen aparecer en el cuerpo y cuello uterinos. El sangrado abundante puede ser síntoma de su presencia, sobre todo, cuando son muchos, de gran tamaño o tienen una localización submucosa.
Comparten el SMA con los miomas, pero se diferencian en su peso y tamaño, y en la naturaleza de su tejido. Es el tejido endometrial el origen de los pólipos, mientras que si hablamos de miomas tenemos que referirnos al músculo uterino.
La menstruación abundante puede ser un síntoma de este tipo de procesos oncológicos, en mayor medida si todavía la mujer no ha pasado por la menopausia y nota sus sangrados distintos, más intensos o de mayor duración. En este sentido, es importante señalar que no el sangrado suele ir acompañado de otros síntomas como dolor y presión en la pelvis o sensación de hinchazón.
El sangrado menstrual abundante, aclara la directora médica de EVA, puede darse también en los dos primeros años de la regla y cuando se acerca el fin del ciclo reproductivo. El problema se resuelve aquí como en otros casos arriba mencionados mediante la toma de dos tipos de medicamentos, siempre pautados y regulados por el ginecólogo.
El tratamiento hormonal es una herramienta clave en este sentido. La administración, por un lado, de estrógeno y progesterona, y de estrógeno y gestágeno por el otro. Una de las diferencias entre ambas es que el gestágeno es un método anticonceptivo.
Otro tipo de medicación es la que se basa en antifibrinolíticos, que mejoran la coagulación de la sangre, disminuyendo su flujo durante los días del periodo.
Isabel Vielsa explica, por último, la necesidad de acudir a revisión ginecológica ante cualquier duda de sangrado anormal. Una buena medida para detectarlo es pensar si la regla nos limita en nuestras actividades diarias.