OPINIÓN

Me gusta morir a medias

Vado permanente

Víctor Borreguero | Miércoles 23 de abril de 2014
Soñar es morir a medias. Seguir viviendo aunque los sueños sean pesadillas. La vida es una mala noche en una mala posada, escribió Teresa de Cepeda, una santa. Me gusta morir a medias aunque mi paisana Eva Hernández sea cada vez más pedante y por eso venda.

Me gusta morir a medias aunque se lleve el premio al escándalo un tal José Corbacho nacido en Hospitalet de Llobregat. Me gusta morir a medias aunque en el enésimo regreso de Garzón, solo cuenten en España los vendedores de veneno de serpiente. Aunque una chica de Ciudad Real que se llama Yolanda del Prado Pascual sea “un claro ejemplo de la fuga de cerebros que está viviendo España en estos momentos”, eso dice Yola Berrocal. Me gusta morir a medias aunque se impute a una infanta, se admire a un cómico y se adore a un diablo.

Salvo que te llames Mozart y hayas nacido en 1756, hoy no se puede ir por la vida anunciando una "Sinfonía Nº 40 en Sol menor". No te comes una rosca escribiendo un "Concierto para violín y orquesta en Re mayor, opus. 61"; salvo que te llames Beethoven y hayas nacido en 1770. Necesitamos aforismos y telegramas que interrumpan lo que tenga el comprador en las manos; un aforismo es un novela de una línea, dijo no sé quien.

Vivimos en el siglo XXI y tienes que saber titular tu mierda: “¿Tocan los violines los peces de colores?”, “¡Me cago en el litio!”, “Mala noche y parir hembra”, “Se acabaron las espinacas y otros delitos por computadora”… Todos esos libros y otros muchos los he comprado sin saber de qué iban ni quién los escribió; luego, algunos hasta me gustaron.

La vida, como el veneno de serpiente, “produce beneficios reparadores, mejora las cicatrices de acné, elimina las manchas del cutis y las quemaduras de piel…¡vale para todo".

Soñar es morir a medias.

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