"Al igual que los adultos, los niños deben utilizar gafas de sol", zanja ante cualquier duda la Asociación Española de Pediatría (AEP). Ahora bien, ¿desde cuándo? Desde que sean capaz de llevarlas. Si son muy pequeños y no las toleran están las sombrillas y las capotas de las sillitas, pero es que los pequeños pasan mucho tiempo al aire libre y el sol es muy perjudicial para todos.
Desde Infosalus (Europapress), entrevistan sobre este asunto al doctor Andrés Fernández-Vega Cueto-Felgueroso, oftalmólogo de la Unidad de glaucoma del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega quien remarca que los niños también deben usar gafas de sol desde que son pequeños, es decir, desde que empiezan a interactuar, ya que supone un momento en el que podrían mirar directamente hacia el sol.
"Lo primero que debemos hacer es elegir unas gafas de sol homologadas y adecuadas, con filtro UV, y habrá que tener especial cuidado si el niño tiene ojos claros, ya que son más sensibles a los rayos de sol", subraya.
Este especialista indica que también hay que fijarse en la montura, y mejor que sea de plástico o de silicona, e incluso que tengan una goma para sujetarlas, pues ayudará a que no se las quiten y conseguirá que se olviden de que las llevan puestas. Desde la AEP recomiendan en este punto que lo mejor es acudir a establecimientos especializados para comprarlas, donde nos ayudarán a escoger las que mejor se adaptan a los niños.
En Infosalus aconsejan también que las gafas tienen que ser del tamaño adecuado, realizadas con materiales resistentes, y a la vez flexibles (TR90 o nylon), ligeros y seguros. "Asimismo, deben llevar filtros adecuados (categoría 3) para bloquear la mayor parte de la radiación solar. Y por último, hay que fijarse en la etiqueta, donde debe aparecer el símbolo CE que indica que se ajustan a la normativa europea", agrega.
Por otro lado, el doctor Fernández-Vega recomienda para que los niños quieran llevarlas el mayor tiempo posible, llegados a una edad, que sean ellos quienes las elijan para que les resulten cómodas y se las pongan.
"Aconsejamos, además, acompañar a las gafas con el uso de sombreros o de gorras para aumentar aún más la protección frente la radiación solar. No protegerles de forma adecuada de los rayos de sol puede causarles importantes daños oculares. Para evitarlo, debemos educar al niño para que nunca mire directamente al sol", advierte el oftalmólogo.
En otra entrevista con Infosalus, el doctor Francisco J Muñoz Negrete, catedrático de Oftalmología y jefe de Servicio de Oftalmología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid considera igualmente que desde muy pequeños se deben emplear las gafas de sol, más si están en ambiente soleado, porque el efecto dañino de luz ultravioleta es acumulativo, es decir, que se acumula con la edad. "Entonces cuanto antes empiecen a utilizarla mejor", insiste.
En este sentido, desde la Asociación Española de Pediatría remarcan que las radiaciones solares pueden ser perjudiciales en los menores porque, concretamente, las radiaciones ultravioletas A y B del sol, al igual que alteran y dañan la piel, pueden ser muy nocivas para los ojos, pudiendo afectar a la córnea (queratitis) y, a largo plazo, llegar a dañar la retina; ese efecto acumulativo del que habla el doctor Muñoz Negrete.
En último lugar, el doctor Andrés Fernández-Vega Cueto-Felgueroso, oftalmólogo de la Unidad de glaucoma del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, recuerda que es aconsejable que los menores que se bañen en la piscina, en el río o en el mar, utilicen gafas de buceo o de natación para evitar así una posible irritación en los ojos que les provoque ojos rojos.
"En la mayoría de los casos, ante un ojo irritado, lo habitual es que se froten y se pueda producir una infección, o una erosión de la córnea. Por lo que es muy recomendable evitar dicho frotamiento. Además, es muy importante acostumbrarlos desde pequeños a mantener una buena higiene y a lavarse las manos con frecuencia", subraya.
En última instancia, este especialista destaca que es muy importante mantener el cuidado con los niños, cuyos ojos son especialmente vulnerables al sol, y resalta también que, además, debemos hacerlo desde los primeros meses de vida, dado que así evitaremos futuras patologías oculares, ya que el ojo del niño es más sensible que el del adulto y también tiene memoria, como ocurre con las quemaduras solares en la piel.