Protegernos frente al sol es indispensable todo el año, pero cuando llega el verano aún es todavía más importante. Y es que los rayos UV son más fuertes y nos pasamos horas y horas en la playa o en la piscina en traje de baño, por lo que es el momento de llevar siempre encima una buena fotoprotección.
El sol es necesario para la vida de casi todas las especies, y por supuesto, para la vida de las personas. Además, nos pone de buen humor, sin embargo, también tiene efectos nocivos. Y es que como señala la farmacéutica Belén Acerolos rayos UV provocan quemaduras, cáncer de piel, manchas y envejecimiento prematuro. Por eso es esencial exponerse a él siempre con protección.
Es importante elegir un fotoprotector de amplio espectro, lo que significa que proteja frente a los rayos UVA, UVB, IR-A (infrarrojos) e incluso rayos HEV (luz azul). Y es que aunque muchos lo desconocen, como explica la experta sus efectos en nuestra piel pueden ser diferentes; los rayos UVB pueden quemar la piel, los rayos UVA provocan envejecimiento prematuro (arrugas y manchas), mientras que la radiación infrarroja potencia los efectos nocivos de los rayos UV, sobre todo, en cuanto al fotoenvejecimiento.
Por su parte, la luz azul (de los rayos UV y también de los dispositivos electrónicos) también tiene consecuencias negativas para la piel, como un aumento de la sequedad, destrucción del colágeno, etc.
Se recomienda aplicar, como mínimo y durante todas las épocas del año, un protector con SPF 30. En las pieles claras, con pecas o manchas, bebés, niños y embarazadas, es preferible utilizar siempre SPF 50 o SPF 50+, incluso en invierno. Además, en épocas de alta exposición, como unas vacaciones en la playa en verano, lo recomendable es usar SPF 50+ sea como sea tu piel, incluso si eres muy morena y ya estás bronceada.
Es importante aplicar la protección 10 minutos antes de exponerse al sol y reaplicar cada dos horas, o antes, si nos bañamos, sudamos en exceso o hay fricción con la toalla. Para el rostro puedes tomar como referencia esta medida: dos líneas extendidas en dos dedos. En cuanto al cuerpo, deberías usar aproximadamente 30 ml para toda la piel. Si utilizas fotoprotección en spray o bruma, necesitarás al menos 12 pulverizaciones en cada zona del cuerpo.
Algunos productos están formulados para ello, pero la farmacéutica recomienda usar productos diferentes. Las texturas de los solares corporales son más densas y nutritivas y en el rostro pueden resultar incómodos e incluso provocar grasa y brillos. Los protectores faciales incluyen, además de filtros solares, principios activos que ayudan a hidratar, combatir las manchas, evitar los brillos, etc.
La protección solar siempre será el último producto de la rutina facial antes del maquillaje. Otra opción es utilizar un fotomaquillaje, o protector solar con color. Pero incluso en este último caso, lo aconsejable es aplicar primero un protector solar sin color y encima el que tiene color para aportar el efecto buena cara. Además, no hay que olvidar que hay que reaplicar la protección solar, aunque la piel esté maquillada. Para hacerlo de forma sencilla, sin estropear el maquillaje, podemos recurrir a la fotoprotección en bruma o stick.
La protección solar es indispensable en todas las pieles y si se tiene acné, más, porque así evitaremos que queden manchas o cicatrices. Para ello es esencial usar fotoprotectores formulados para estas pieles: que sean oil free, para que no aporten grasa, y no comedogénicos, para que no taponen los poros.
La protección solar oral es un complemento a la protección tópica, nunca la va a sustituir. Es interesante tomarla si queremos reforzar la piel, por ejemplo, en el caso de personas con alergias solares, fototipos muy claros, antecedentes de melanoma, problemas de hiperpigmentación, etc.