OPINIÓN

Peces de pecera

Crónicas de Stockman

Moisés de las Heras | Miércoles 23 de abril de 2014
Si usted compra un pez de esos de colores para la pecera tenga en cuenta que morirá en poco tiempo. No se ilusione demasiado con esos peces de colores que venden en las tiendas… mueren pronto… a veces no duran ni una navidad.

El vendedor le dará cuatro o cinco instrucciones en apariencia útiles. Que no le cambie todos los días el agua, que no les de de comer mucho... Da igual. Usted se compró un pez y la cosa tenía toda la pinta de que no iba a durar y no duró. Lo supo a la hora de comprarlo y usted tal vez se ilusionó.

En la vida no podemos evitarlo. Nos ilusionamos con cosas que sabemos que no durarán, nos arriesgamos en aventuras que no tendrán continuidad, ponemos pasión y esperanza en cosas bellas inalcanzables. Vemos la belleza de esas cosas, nos creemos en el derecho de vivir y que ese derecho nos da licencia para jugar con la vida, para ponernos el mundo por montera, para atacar el pentágono con un pincho moruno debajo del sobaco. Es la vida, decimos. Es la vida, debemos vivirla, está ahí, para coger las oportunidades que os ofrece. Y nos compramos el pez. Sabemos que morirá y nos encariñamos. Sabemos que lo encontraremos un día flotando muerto, y le ponemos nombre … Hay quien es tan ingenuo que en vez de pecera compra un acuario entero para que viva unos minutos más.

Somos humanos. Estamos en nuestro derecho de equivocarnos. Incluso diría que es nuestro deber equivocarnos, el deber de vivir que tenemos. En la vida hay que comprar peces de colores, aunque sepamos que pasarán fugazmente por nuestra vida, que no perdurarán, que serán pronto olvido. Vivir es eso, entrar de lleno en la ingenuidad, en la inmadurez, ser inconscientes y comprar un pez… aunque muera. Quien no compra el pez no vive. Aunque adquirirlo sea el acto más insensato que cometamos en la vida.