Cuando la memoria nos falla en momentos delicados, siempre es bueno el recurrente de echar una vista al pasado con el objetivo de esperar un futuro mejor. El descenso a Segunda RFEF del actual CF Talavera, que a no tardar mucho, ha de ser ya Sociedad Anónima Deportiva, se nos antoja apropiado para dar cabida al presente reportaje, que repartiremos en capítulos.
Como premisa —para el autor y este medio— incentivar los ánimos de una alicaída afición, que ha tenido un ejemplar comportamiento de apoyo en esta temporada que está a punto de finalizar, pese a que en algunos momentos no ha recibido el trato que se merecía por parte de quien ha ejercido la máxima responsabilidad de la estructura cerámica. Es de esperar que el tránsito por ella sea breve.
Hablamos —escribimos, mejor— de una pléyade de jugadores y entrenadores que a lo largo de los tiempos desplegaron en Talavera de la Reina sus andanza futbolísticas y dejaron en todos nosotros una grata sensación difícil de olvidar. Iniciábamos el serial con el chicharrero Cantudo, tenía continuidad, nada más y nada menos, que con el Gato de Odessa, Mariano García Remón y llega espacio —turno— para Guzmán.
Todo talaverano aficionado al fútbol conoce sobradamente que por la tierra del municipal El Prado han pasado grandísimos jugadores de fútbol. A algunos de ellos su estancia en la Ciudad de la Cerámica les sirvió de trampolín para alcanzar cotas más altas. Este sería el caso de Antonio Guzmán que tras una brillante temporada volvió al Rayo Vallecano, su club de origen, y acudió al Mundial de Argentina y traspasado al Atlético de Madrid.
Antonio Guzmán Núñez, nacido el 2 de diciembre de 1953 en Torrejón de Ardoz; ocupaba la posición de medio y llegó a Talavera en la temporada 75-76 cedido por el Rayo Vallecano y procedente de la Balompédica Conquense, tras haber disputado 18 partidos en Segunda con los vallecanos. Su llegada a la Ciudad de la Cerámica fue muy celebrada en un equipo en el que junto a él estaban los Del Moral, Zabala, Casquero, Merino, Beato, Luengo, Carlos, Roberto, Delio, Clemente, Espinosa, Lin, Moreno, Lelio, Nuevo, Angelín, Clavijo y alguno más a las órdenes de Fernando Redondo Barcenilla. Tenía entonces tan solo 22 años.
El conjunto talaverano realizó una aceptable temporada en el grupo II de Tercera división en una liga que ganó el Getafe Deportivo y jugó la promoción de ascenso el Logroñés. Los de la Ciudad de la Cerámica fueron décimos con 40 puntos, 13 victorias, 14 empates y 11 derrotas, y 45 tantos a favor por 47 en contra. A Antonio Guzmán siempre se le conoció como el “Correcaminos del equipo, prácticamente cortaba todo. Que bien venía cuando el partido se ponía feo o bravo y había que anticiparse a los ataques de los rivales. Potencia física pero al mismo tiempo calidad sobre el terreno de juego; eso era Guzmán. De sus estadísticas —de las que se conservan— de aquel año hemos podido rescatar que disputó 7 partidos con 4 de ellos completos, 6 de titular y 1 de suplente para totalizar 520 minutos, 1 tarjeta amarilla y 2 goles. No fue mucho, pero dejó huella en la afición blanquiazul, que poco después presumía de haber tenido un jugador internacional absoluto sobre el polvo de El Prado.
Como no podía ser de otra manera, al concluir la campaña retornaba de nuevo a Vallecas donde se consolidaría con los titulares las dos siguientes temporadas, hasta el punto que Kubala le convocó para acudir al Mundial de Argentina —sería internacional en dos ocasiones. Guzman debutó días antes del inicio del Campeonato en un amistoso frente a Uruguay que terminó 0-0. En el propio campeonato, Guzmán dispuso de algunos minutos tras entrar en la segunda parte del España-Brasil, como sustituto de Javier Uría. Casualmente, el partido también finalizó con empate sin goles—. Eso significó que el Atlético de Madrid llamara a su puerta en la campaña 78-79, junto al delantero uruguayo, nacionalizado español, González. Guzmán se iba al Manzanares cobrado millón y medio de pesetas de esa época. Por ambos jugadores se interesó también el Real Madrid, pero las conversaciones directas mantenidas entre los dirigentes de los clubs rojiblancos en esta semana determinaron el inminente traspaso de los dos jugadores al equipo de Vicente Calderón.
Con los colchoneros estaría tres temporadas, aunque en la 80-81 la pasó en blanco por culpa de una grave lesión. Su retorno a Vallecas sería ya en la 81-82 —la anterior estuvo en el Almería en 1ª durante media temporada tras salir del Atlético de Madrid— y tras recalar en la siguiente en el Alcalá, en 2ª B y donde comenzó, puso el final a su actividad en la temporada 87-88 tras permanecer tres campañas con los complutenses.
No hay constancia, al menos en nuestras indagaciones, que cuando abandonó el fútbol activo siguiera ligado a él. Hoy el protagonista de esta historia cuenta con 68 años.