Nadie va discutir, o tal vez sólo sean unos pocos, que el fútbol —nacido en Inglaterra y perfeccionado en Brasil— es el primer tema de conversación en el mundo y tras lo vivido anoche en París esta realidad reforzará esta condición durante muchos días; posiblemente hasta que otro acontecimiento de similares proporciones se repita, que será allá en el este invierno con el mundial de Catar. Madrid y Liverpool se jugaban la hegemonía mundial y el prestigio de convertirse en el mejor equipo. Tras el resultado final —0-1 favorable al Real Madrid— podría llega el turno de los adjetivos hiperbólicos para su análisis. Pero no; no va por ahí esta insignificante reflexión de este ya maduro contador de cosas; entre otras muchas razones porque no nos corresponde y nadie mejor que todos ustedes, que seguro lo estuvieron viendo, para su propio análisis de lo acontecido.
Lo que quiero significar —y una vez más con el único propósito de la incapacidad para romper mi cordón umbilical con mi querida Voz del Tajo— es la presencia de uno de los nuestros a pie de campo: José Carlos García Parrales, actual recuperado físico en el staff de Carlo Ancelotti. Una presencia de la que como talaverano de adopción me siento orgulloso pese a mi condición de colchonero, porque tuve el enorme placer de disfrutarle cuando era un chaval y tenía como objetivo ser algún día futbolista.
La gran final fue muy seguida en Talavera de la Reina. Uno de los puntos de encuentro fue la plaza de toros, y la pantalla gigante de La Siesta, donde se dieron cita cientos de aficioados.
(Final en La Caprichosa)
Pero además os dejo algunas de las últimas celebraciones de los seguidores del Real Madrid en nuestra Talavera querida; en concreto las de la 2013; 2014 y 2016 de cuando nuestras ediciones eran impresas en papel.
Asimismo una loa en quintilla dedicada a los campeones.
París, gala capital,
ese gol de un brasilero,
y las manos del portero
dan un título al Real.
¡Qué gran noche tan genial!
Kroos, Vini, Benzemá;
Isco, Casemi, Modric.
Mariano, Hazzar y Jovic;
Lucas, Álaba y Courtuá.
Mendy, Mili, Carvajal.
Obreros son, sí, y no gallos:
—pero hay otros más, que ya sigo—
un brasileño, el Rodrigo,
Marco Asensio, y el tal Ceballos.
¡Tan veloces como rayos!
Se dejan “tos” el pellejo;
—permitan se lo recuerde—
como el charrúa Valverde,
el gran Nacho y el tal Vallejo.
¿Y Bale? ¡Vaya tipejo!
Noche mágica; de gloria
la que se vivió en París.
Esta orejona la asís
para engrandecer la historia,
como vosotros decís.
De Ancelotti ¿qué decir?
Disculpen que le distinga
pues hizo del Camavinga
otra figura a añadir.
¿Y no le voy a bendecir?
José Carlos sobre el césped del Stade de France celebrando el título
Finalmente, con esa gratitud de la que les hablaba, le he querido dedicar este ovillejo en momentos de alegría tras la victoria. No sé si habrá sido talismán, pero no hay duda de que con su trabajo silencioso ha contribuido a hacer feliz una vez más a mucha gente. ¡Enhorabuena a él y a todo el madridismo de parte de un colchonero. La realidad no es cuestionable ni discutible, ningún otro equipo compite como éste!
¿Quién en París echó garlos?
— José Carlos.
¿Y quién de los nuestros allí había?
— García.
¿Y ha estado ya en otras finales?
— Parrales.
Qué hermoso es poder ganar
final de categoría.
Sufrió este Madrid, no en vano,
enfrente había rivales
de un alto nivel. Dejar
que José Carlos Parrales,
—que amén de talaverano
de futbolista García—
disfrute de esta alegría.