El pasado lunes 9 de mayo nos dejó Manuel González, más conocido como ‘Manolo el de las ruedas’, toda una institución en Talavera de la Reina y comarca.
Su nieta Laura González ha querido rendirle homenaje a través de unas líneas que nos ha hecho llegar y que transcribimos a continuación:
Manolo era una persona excepcional que no quería parecerlo. Un hombre excepcional que cada mañana muy temprano se vestía de normalidad antes de ponerse manos a la obra.
Porque nunca fue amigo de alardear de sus logros ni de sus cualidades. Manolo, simplemente, vivía. Esa fue su mayor pasión: vivir la vida y sobre todo compartirla.
Y ese es el motivo por el que nos sentimos obligados a llevarle la contraria ahora que se ha ido. Porque necesitamos lanzar al viento su bondad, su cercanía, su encanto, su sencillez, su esfuerzo, su sabiduría, su calidez y su calidad humana.
Porque Manolo disfrutaba compartiendo vida, trabajando cada día, ayudando a quien lo necesitara sin pedir nunca nada a cambio. Aunque a cambio solía recibir, como poco, sonrisas.
Porque Manolo era además un hombre disfrutón y alegre, que gustaba de reunirse con su familia y sus amigos alrededor de una mesa -o varias- y comer, beber, reír, escuchar, contar historias, hacer bromas, dar consejos, entender, vivir. Un trabajador nato, que en sus 81 años, nunca tuvo una baja laboral y nunca llegó a jubilarse.
Manolo se hizo a sí mismo. Logró su sueño infantil: tener el mejor coche de la carretera. Aunque yo diría -desde mi humilde mirada de amiga de su hija- que su mayor logro fue el enorme clan familiar que creó. La mejor familia de la carretera. Y con los que compartir el camino.
Ellos, dada la reticencia de Manolo, dudaban acerca de la conveniencia de escribir estas palabras. Valga con ellas mi pequeña aportación para darle las gracias a Manolo y compartir junto a todos los suyos este pequeño homenaje a un hombre tan grande.
Por Mar Rodríguez