Una de cada dos personas sufre de hemorroides (aunque no lo diga). Es por ello que los expertos de Dosfarma orientan sobre la prevención y el tratamiento de esta patología.
Según datos que maneja Dosfarma, la farmacia online española líder del mercado, el 50 % de las personas sufren por su causa, aunque siete de cada diez españoles sufrirá algún tipo de patología anorectal durante su vida. Las hemorroides son un componente normal de la anatomía humana, un almohadillado que, junto con otros músculos y tejidos, permite mantener la continencia. Sin embargo, solemos acordarnos de ellas cuando las venas que rodean el ano o el recto se inflaman y provocan las consiguientes molestias; es ahí cuando hablamos de hemorroides patológicas o, mejor dicho, no lo hacemos, porque el asunto sigue siendo un tema tabú. Y eso a pesar de que afecta a mucha gente, especialmente a hombres y mujeres de más de 40 años; raramente a los jóvenes y muy a menudo a las gestantes y madres recientes.
Las hemorroides patológicas son las dilataciones de las venas del plexo hemorroidal, que se convierten en varicosidades y causan el consiguiente dolor, molestias, incomodidad, irritación, picor, quemazón, pesadez, sensación de presión, mucosidades, bultos duros y sensibles al tacto... o también pueden ulcerarse y sangrar. Estas venas inflamadas aparecen alrededor del ano, en la parte interior del recto o pueden estar prolapsadas, es decir, sobresalir por fuera. Todos estos síntomas suelen ser pasajeros, pero en ocasiones se convierten en una patología enormemente dolorosa que, si no se trata, incluso será incapacitante.
Las causas son muy diversas, pero pueden englobarse en dos: una, los factores hereditarios y otra, la presión intraabdominal sobre las venas que rodean el ano y que puede estar provocada por embarazos, partos, estreñimiento crónico, diarreas, obesidad, sedentarismo, por levantar pesos a diario, por las características fisiológicas, por alteraciones del esfínter... Además, el envejecimiento es con frecuencia otro factor de riesgo para sufrir problemas de hemorroides, ya que suele conllevar el debilitamiento de los tejidos que sujetan el ano y el recto.
Dadas sus duras consecuencias, se recomienda hacer todo lo posible para alejar esta patología de nuestras vidas. Aunque la genética tenga mucho que decir, existen ciertos hábitos de vida saludable que ayudan a librarse:
- Llevar una dieta rica en fibra, con abundancia de frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
- Beber agua frecuentemente, a lo largo de todo el día, durante las comidas y entre estas.
- Evitar estar durante largos periodos sentado, ya sea en el trabajo o en el sofá de casa.
- Procurar no pasar demasiadas horas de pie.
- Tener una vida activa: practicar algún deporte y salir a caminar cada día.
- No permanecer mucho rato en el retrete, ni llevarse libros, revistas o el móvil y no esforzarse en las deposiciones.
- No abusar de irritantes del canal anal, como la cafeína, los picantes o el alcohol.
- Limpiarse siempre con toallitas húmedas y no con papel seco o, si es posible, lavarse con agua y jabón tras defecar.
La inmensa mayoría de la gente padece este problema secreto de forma esporádica. Puestos a ser discretos, es posible que el malestar desaparezca en unos pocos días con algunos cuidados caseros. Para curar las hemorroides externas, que son las que se forman debajo de la piel que rodea el ano, los expertos de Dosfarma aconsejan:
- No hacer esfuerzos para defecar.
- Darse baños de asiento con agua tibia durante 10 minutos varias veces al día. Si en lugar de agua utilizamos una infusión de plantas medicinales, mejor.
- Tomar ibuprofeno o paracetamol para aliviar el dolor.
- Aplicar hielo para bajar la inflamación.
- Usar cremas y geles con complejo 2QR para regenerar los tejidos y reducir el dolor, el picor, la irritación o la hinchazón.
- Evitar el papel seco, la ropa interior de fibra, las costuras lacerantes en la zona...
- Utilizar algún laxante o ablandador de heces (oral o en supositorios...).
- Ingerir preparados ricos en fibras para facilitar el tránsito intestinal y ablandar las heces y mucho líquido.
Es importante recordar que los laxantes deben tomarse solo de manera esporádica, que algunos interaccionan con otros medicamentos y que pueden tener contraindicaciones en determinadas patologías y también en embarazadas, por lo que siempre debemos consultar con un médico especialista o un farmacéutico.
Las hemorroides internas, que son las que se forman en el recto inferior y en el revestimiento del ano, no suelen doler, pero pueden causar sangrado de color muy vivo y prolapsar, o sea, salir fuera del orificio anal, lo que provoca incomodidad y dolor. En este caso, tal vez vuelvan al interior por sí solas o también es posible ayudar empujándolas suavemente hacia dentro.
Es preciso consultar cuanto antes en el caso de sangrado, porque puede que no se trate de hemorroides, sino de otras enfermedades como el cáncer colorrectal y anal, la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa, divertículos, fisuras, pólipos, úlceras gástricas...
Si los síntomas habituales que ya se han descrito persisten después de una semana de tratamiento casero, hay que pedir cita con el médico de familia o con el especialista en aparato digestivo. Conviene recordar que esto le pasa a mucha gente y que el personal sanitario está habituado a ver el problema constantemente.
¿Qué hará el médico? Lo normal es que recomiende un tratamiento higiénico-dietético; después tomará medidas para aliviar los síntomas mediante medicamentos de uso tópico, fármacos venotónicos, etc., y solo en casos extremos de mucho dolor y sangrado, recomendará algún procedimiento quirúrgico.
El médico realizará una historia clínica, una inspección ocular y, tal vez, un tacto rectal. Luego, dependiendo de su criterio, podrá solicitar otras pruebas, como una anoscopia, una rectosigmoidoscopia..., que son exploraciones mediante sondas que examinan el interior y algunas pueden, a la vez, extirpar, hacer biopsias y resolver de paso el problema.
Los tratamientos quirúrgicos pueden ser inevitables para eliminar el tejido hemorroidal anormal; para ello, hoy en día existen numerosas técnicas mínimamente invasivas, que se llevan a cabo de forma ambulatoria, y otras más clásicas, con anestesia general. El médico encontrará la mejor opción para que su paciente deje de sufrir y pase a hablar de la experiencia con naturalidad y como una prueba superada.