OPINIÓN

Ausencias, presencias y ‘el matón’ de Ayuso

CARTA DEL DIRECTOR

Escrito por el director de La Voz del Tajo, Alberto Retana

Alberto Retana | Miércoles 20 de abril de 2022

Basta con repasar la ajetreada agenda del nuevo presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, para darse cuenta que “no ha tenido tiempo” de acudir a la toma de posesión de Fernánez Mañueco como nuevo jefe de gobierno de Castilla y León este martes. Esa es la excusa oficial que ha esgrimido el máximo dirigente de los populares para eludir una foto que habría puesto en cierto entredicho sus tradicionales ‘cordones’ a VOX en tierras gallegas.

Realmente, el arte de la comunicación política y sus extensiones tienen mucha ciencia detrás y las puertas traseras se multiplican cuando hay que dar explicaciones sobre un hecho o una ausencia pero es más que patente que Feijóo huye de cualquier cercanía con el partido de Abascal para no dejar que el PP se desangre como lo estaba haciendo hasta ahora.

Prueba de esta ‘no comparecencia por problemas de agenda’ es el reproche del propio Abascal al aún presidente de Galicia.

Mientras, el que ha acudido a Valladolid y no ‘hace ascos’ a cualquier posibilidad de rascar bola aunque sea a costa de dejarse mecer por los brazos de la formación de ultraderecha es Paco Núñez, que ya ha manifestado sus preferencias y los clavos ardiendo a los que estaría dispuesto a agarrarse con tal de salvar su cabeza en las próximas elecciones del 23, muy probablemente su última oportunidad de seguir al frente de la formación popular en CLM, más incluso cuando comienzan a resonar los rumores de recambio con los nombres de Carmen Navarro (integrada ahora en la ejecutiva nacional como buque insignia del PP de nuestra región a pesar de sus ideas trasvasistas) o incluso Carlos Velázquez (al que muchos colocan como candidato a la Alcaldía de Toledo como posible trampolín, si gana, de cara a sustituir a Núñez como jefe regional de su partido), aunque no despierte demasiadas simpatías dentro de su formación.

Hasta aquí, la ‘ausencia’ que joroba a VOX y la celebración de Núñez para ver si ‘se le pega algo’ en la capital vallisoletana no dejarían de ser sino anécdotas interpretables en un acto público con tinte político, pero… lo realmente grave es que alguien perdió los papeles en plena sede parlamentaria.

La vuelta al mundo en las redes sociales saben ustedes que no dura 80 días, a veces ni siquiera 80 segundos. Y así ha ocurrido con el acoso flagrante al que ha sido sometida una periodista, Andrea Ropero, por parte del director del Gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, la también periodista Isabel Díaz Ayuso.

El avieso Miguel Ángel Rodríguez, al más puro estilo censurador, se interpuso entre la mandataria madrileña y Ropero retirando a ésta con un empujón a la vez que reprochaba a la informadora sobre la conveniencia o no de preguntar, él –precisamente– que anota la palabra LIBERTAD hasta la saciedad en los discursos de Ayuso.

Y todo esto con un acaloramiento más propio del miedo a que se rompiera su esquema (siempre milimetrado) demostrando su pánico a una respuesta ‘no preparada’.

Me ahorraré los calificativos hacia ‘El Bachiller’ para que no pueda usarlos en mi contra e intente demandarme como ya él sufrió en sus carnes cuando fue condenado por insultar gravemente a un médico del Hospital Severo Ochoa en 2011.

Pero, eso sí, no me resisto a poner de manifiesto mi sentimiento de máximo asco hacia el proceder de MAR en esta ocasión, quizá la más flagrante desde que maneja los hilos de la comunicación del edificio de la Puerta del Sol.

La táctica que él mismo defiende, quienes se hacen caso de sus recomendaciones y también los que les ríen las gracias a todos ellos ­–como la gran cantidad de subordinados de obediencia debida que existe en las redes sociales– tiene una línea muy definida. El ‘sujétame el cubata’ o la 'táctica de portero de discoteca' se ha convertido en una máxima para tirar de largo con lo que más gracia hace para buscar un titular (oh, sorpresa, en los medios de comunicación a los que incluso ahora se permite empujar), aunque a veces sea hasta mentira.

Mientras sigamos permitiendo circunstancias como éstas, la libertad de prensa en este país tendrá cada día un escalón menos. Sobre todo cuando los que se llenan la boca de ese término, LIBERTAD, demuestran que en sus labios no es sino una palabra vacía.

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