El servicio de Alergología del Complejo Hospitalario Universitario de Toledo, dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, estudia la relación entre el cambio climático y el incremento de las enfermedades alérgicas por pólenes, dado que el aumento de las temperaturas está adelantando el periodo de polinización y retrasando su finalización, ampliando el periodo de exposición a los pólenes.
El responsable de la Unidad de Aerobiología del servicio de Alergología y presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, el doctor Ángel Moral, indica que el cambio climático es “una realidad incuestionable” y uno de sus múltiples efectos es el aumento de las enfermedades alérgicas, debido a tres circunstancias: el aumento en las concentraciones de pólenes, el mayor tiempo de exposición a los mismos y, por último, su mayor agresividad.
El doctor Moral destaca que “el cambio climático es consecuencia del aumento de los gases con efecto invernadero y de la contaminación y lo hemos comprobado en España recientemente en diferentes localidades. Sirva como ejemplo Toledo, donde durante el año 2021 se produjo la temperatura más alta con 44,2°C el 13 de agosto y a la vez la segunda más baja con -13,4°C el 11 de enero durante la borrasca Filomena, de los últimos 100 años”.
El responsable de la Unidad explica que “el aumento de la temperatura ocasionado por el cambio climático, junto a los gases de efecto invernadero como el CO2, actúan como fertilizante de las plantas contribuyendo al incremento en la producción de pólenes. Este hecho está adelantando el periodo de polinización y retrasando su finalización, ampliando el periodo de exposición a los pólenes”.
Además, añade, “los contaminantes químicos actúan sobre las plantas y como no pueden desplazarse tienen que defenderse y lo hacen modificando su metabolismo y produciendo nuevas proteínas, denominadas de stress que les permitan subsistir, que aumentan la agresividad de los pólenes”.
La Unidad de Aerobiología ha recogido desde el año 1995, fecha en la que se instaló el captador de pólenes en la azotea del Hospital Virgen del Valle, una media de 51.546 pólenes anuales, con un máximo en el año 2021 de 79.016 y un mínimo de 22.862 en el año 1995, coincidiendo con una importante sequía.
El doctor Moral indica que con estos datos recogidos a lo largo de estos 27 años demuestran que “existe una tendencia ascendente en el número de pólenes en probable relación con el cambio climático y la contaminación atmosférica”.
Así, indica que entre los pólenes que desencadenan problemas alérgicos en Toledo se encuentran las cupresáceas, olivo, gramíneas, urticáceas, plátano de sombra, amarantáceas y artemisa, mientras que el resto de los pólenes no alergénicos, que representan el 35,4 por ciento, se distribuyen en encina, pino, llantén, acedera, morera, chopo, cornicabra, fresno, y olmo.
Según los datos recogidos en estas casi tres décadas, las cupresáceas representan un 25,9 por ciento del total de pólenes, con una media de 13.330 granos/m3 y un máximo el año 2014 con 33.095 granos/m3, mientras que el olivo representa un 21,2 por ciento del total de pólenes, con una media de 10.949 granos/m3 y un máximo el año 2013 con 21.893 granos/m3.
Asimismo, las gramíneas representan un 10,4 por ciento del total de pólenes, con una media de 5.355 granos/m3 y un máximo el año 2016 con 9.747 granos/m3, mientras que las urticáceas, entre las que se encuentra la parietaria, representan un 2,5 por ciento y el plátano de sombra representa un dos por ciento del total de pólenes.
El doctor Moral explica que el 60 por ciento de los pólenes se recoge durante los meses de primavera, seguido de los meses de invierno donde se recogen el 21 por ciento, un 16 por ciento en verano y un tres por ciento en otoño.
De esta forma, las cupresáceas se recogen en Toledo desde octubre hasta abril, sobre todo entre los meses de enero a marzo. Por su parte, el olivo lo hace desde mediados de mayo hasta finales de junio; las gramíneas aparecen desde febrero a septiembre, pero especialmente desde mediados de abril hasta mediados de junio; las urticáceas se pueden recoger durante todo el año; y las amarantáceas desde abril hasta noviembre, predominando de julio a septiembre. Mientras, el plátano de sombra tiene el periodo de polinización más corto, de mediados de marzo a finales de abril, y la artemisia lo hace de agosto a diciembre.
Respecto al número de pólenes recogido en Toledo el pasado año, el doctor Moral informa de que en el año 2021 se ha almacenado la mayor cantidad de pólenes desde hace 27 años, con 79.016 pólenes, lo que representa un 153 por ciento sobre la media de pólenes totales.
Este aumento se debe principalmente a los pólenes de las cupresáceas con 30.889 pólenes, que es un 232 por ciento sobre la media de cupresáceas. Es el tercer año con más cupresáceas después de 2014 y 2019.
Otros pólenes muy abundantes en Toledo son los del olivo con 20.260 pólenes, que representan un 185 por ciento sobre la media de pólenes de olivo. Este dato representa el segundo año de mayor número registrado, siendo 2013 el primero.
También las gramíneas han sido importantes el pasado año, con 7.658 pólenes; las urticáceas, con 2.235; los pólenes de plátano de sombra, con 1.484 lo que representa un 145 por ciento sobre la media de pólenes de plátano de sombra; y las esporas de alternaría, 5.976, representan el segundo año con más esporas después de 2018.