OPINIÓN

Como está el patio, ¿en quién confiar?

Alberto Retana | Miércoles 23 de abril de 2014
El diario El Mundo del Siglo XXI está dando una lección de periodismo valiente y sin remilgos a este país, como lo han hecho muchos otros medios de comunicación en nuestra historia.

Es, a mi modo de ver, el paradigma del denominado por muchos ‘cuarto poder’ de nuestra sociedad y tengo que reconocer que me encanta. Semanas atrás pudieron leer en este mismo espacio aquello de ‘la hora de los valientes: los políticos, los empresarios, los periodistas...’, y ahí se ejemplifica.

Ningún medio en este país puede negar que recibe publicidad institucional –algunos más que otros– pero esa circunstancia (por otra parte, obligada por la Ley) no puede ser el menor de los obstáculos para difundir la verdad de las cosas.

Visto lo visto, y con la primera página del periódico de Pedro J. este lunes desnudando las vergüenzas de un PP en entredicho y destapando las alcantarillas de un PSOE más que desprestigiad, ¿qué nos queda? Porque usted, querido lector, siente en carne propia que los políticos de nuestro país, grandes y chicos, marcan nuestro pulso queramos o no.

Ellos son, sean de donde sean, los que deciden nuestro futuro a favor o en contra de las opiniones mayoritarias, que sólo son oídas –que no escuchadas– en la campaña electoral. ¿Qué pensarían los padres de la política, aquellos griegos que inventaron la democracia, si observaran en lo que se ha convertido esa labor, que no profesión? Repito entonces, ¿qué nos queda? ¿En quién podemos confiar? ¿Quién se ofrece realmente para solucionar los problemas de quienes pagan sus sueldos? Un político de dilatada experiencia, el expresidente cántabro Miguel Angel Revilla, pero más cercano que el vecino de la puerta de al lado me arrancaba una sonrisa el pasado sábado en Tele5 al escucharle cien verdades en menos de diez minutos. Y lo que más sorprende es que lleva tiempo en ‘la cosa’ y sigue predicando lo mismo: la normalidad, la lógica, el sentido común.

Querido lector, si sólo nos queda la prensa, que dicen que es el cuarto poder, estamos abocados a vivir como en esa sociedad que inventó George Orwell en su novela ‘1984’ donde el Gran Hermano vigilaba y todo el mundo era obligado a producir sin derecho, ni siquiera, a hablar o pensar.

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