Y creíamos que el 2020, el 2021 habían sido malos. Realmente, lo pasado con el COVID no tiene parangón: la salud está por encima de absolutamente todo y no nos damos cuenta de ello.
No nos hemos repuesto aún de la pandemia, ‘el COVID ya no existe’ (ay madre), y nos llega una guerra, los precios se disparan, la energía llega ‘hasta el infinito y más allá’, a la Feria de Sevilla le sacan los colores... y llega la Semana Santa.
Quizá aquel que vaticinó en nochevieja con un… “vamos a lo seguro, Feliz 2030”, no se equivocaba demasiado.
Cuán largo me lo fiais (como relataba Tirso de Molina), pero ¿qué nos queda si no es la certeza de seguir vivos?
La supervivencia está infravalorada en nuestro tiempo. Muchos de nosotros gritando por 20 céntimos arriba o abajo en el litro de gasolina mientras miles, millones de ucranianos claman ¡POR INTENTAR SEGUIR VIVOS!
Nos contentamos con ver cómo el PP remueve sus cimientos, o más bien los apuntala mirando al pasado; nos sorprendemos por descubrir que hay gente trabajando por 4€ la hora… pero sólo rezamos para que todo cambie.
El cocinero José Andrés le dijo hace poco al Papa en Twitter que con oraciones no se para la guerra, que quizá sería bueno que Francisco se presentara en Moscú y detuviera este sinsentido. Suscribo al 100%.