La gala de los Oscars de este año se recordará por el lamentable espectáculo de Will Smith y su bofetón a Chris Rock. El lamentable espectáculo que han dado se debería enseñar como ejemplo de lo que no hay que hacer ante un chiste malo y de cómo actúa una masculinidad frágil.
El presentador de la gala hace un chiste de pésimo gusto, para mí, y que ofende a una mujer con un problema de alopecia reconocido públicamente, tanto la condición médica como la carga psicológica que le conlleva.
Sin embargo, Will Smith reacciona de una manera violenta y machista ante la manifestación de un humor rancio y ofensivo que adquiere notoriedad precisamente por la reacción desmedida del actor.
La aludida ya manifestó con su gesto facial su repulsa absoluta ante la broma, pero el hombre se tiene que hacer notar y capta la atención y el protagonismo del hecho saliendo a agredirle y continuando con gritos amenazantes después.
De nada sirven las excusas posteriores y menos la justificación romantizada de que el amor hace que hagamos éstas cosas.
Nada justifica la violencia en ningún ámbito (salvo la defensa propia según el derecho vigente) y menos en las relaciones sentimentales. Bastante tenemos con sufrir el terrorismo machista como para alimentarlo con comportamientos como éste en eventos de máxima repercusión mundial.
Cuando presencio este tipo de actitudes en hombres tan influyentes me siento muy desplazado de este género masculino que me ha tocado por convención social al ser hombre (sexo biológico) hetero (orientación sexual) y más preocupado aún, si cabe, por cómo pueda influir en la educación feminista, basada en el respeto y la igualdad, valga la redundancia, que le estamos queriendo inculcar a nuestros hijos en casa.
Si el chiste no te hace gracia, pues no te ríes. Igual que debemos ser menos permisivos con “gracietas “ como las que el presentador soltó sobre Javier Bardem “y su mujer” que tan alegremente rieron nuestros compatriotas, sabiendo que no es fácil porque lo tenemos tan interiorizado que hacerlo en tiempo real y en ese contexto es complicado.
Si te sientes afectado, pues aprovechas el altavoz que posees para hacer ver tu malestar y lo desafortunado del intento de hacer humor con ese tema tan sensible para la persona afectada, que ya tendrá algo que decir al respecto, o no, que para eso tiene voz y derecho a hacer con ella lo que le venga en gana.
Lo que se consigue con estas actitudes públicas tan retrógradas es perpetuar un modelo machista de sociedad que no es el futuro en igualdad al que deberíamos aspirar.